Digámoslo como es: cambiar el rumbo a través del anulismo sería dificilísimo en un momento en donde prevalece la cerrazón y el descaro político. Muchos lo harían, sin duda, es un derecho, pero (como ya lo hemos comprobado), se quedaría en un mero acto simbólico que no le hará ni cosquillas a la clase política. ¿De verdad se imaginan a EPN anulando las elecciones porque no hubo ciudadanos suficientes que salieran a votar?
El voto nulo desafortunadamente pierde su valor por 2 razones: una, no contamos con ningún mecanismo legal que nos respalde como ciudadanos, han parchado la Constitución una y otra vez para protegerse de ello y dos, porque hay partidos que cuentan con una segura maquinaria de compra de votos que termina por dejar al anulista sin efecto. El punto es votar pero diferente, sin ideología de por medio: no a favor de alguien, sino en contra de todos los que ya nos hartaron.
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