Que nos quiten el petróleo, pero nunca nuestro “¡Puto!”
(Foto: Especial)
Invitamos a los usuarios a leer la colaboración del periodista Alejandro Navarrete llamada “Crónica extracancha” que se difundirá durante el Mundial de Futbol Brasil 2014 y las discusiones de las Leyes Secundarias.
Pinche FIFA, no entiende. Es el desmadre, es ese pinche momento, cab…. Allí somos tal cual, realmente como somos, ¡a huevo!, y nos vale madre todo lo demás.
No importa lo que seamos antes o después del partido, trabajadores, estudiantes, oficinistas… ¡Vale madres! En ese momento, somos algo, cabr… y allí nosotros tenemos el poder, la libertad; es un sentimiento chingón, todos unidos sin diferencias de partido, de religión, así en bola, nos la pela el gobierno, Brasil, Neymar, Messi y Obama juntos. ¡A huevo!
Y es que allí todo es extremo, nada de pinches tibiezas. El árbitro es un “pinche vendido”, todos los del equipo rival y su afición son “¡Putos!”, y nosotros, y nuestro equipo, y nuestro país, que es lo mismo, a huevo: ¡somos chingones! ¡los más chingones! ¡A huevo! ¡Que nos roben el petróleo pero no los goles!
Aquí no sólo nos da orgullo nuestro país, sino que se lo gritamos a todos: ¡Qué viva México, cabrones! ¡Qué viva México, hijos de la chingada, jaja! Y al que no le parezca, ¡ahí va el agua, cabrones! Jaja, ¡qué desmadre!
Ya regresando, bueno, volvemos a nuestros trabajos, a nuestras escuelas, a los gasolinazos, la crisis económica, a la reforma energética, al #MEXvsEPN – #EPNvsInternet o no sé qué, a nuestra vida aburrida, pues.
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Es la “fiesta”, diría Octavio Paz en su “Laberinto de la Soledad”. Esa “ruptura violenta” para el mexicano que fuera de ese momento, en toda otra ocasión está usualmente, más bien, contenido.
“El mexicano no se divierte, quiere sobrepasarse…”. “Ocurra lo que ocurra, nuestras acciones poseen mayor ligereza… desaparece la noción misma del Orden. El caos regresa y reina la licencia. Todo se permite: desaparecen las jerarquías habituales (…) el individuo respetable arroja su máscara de carne y la ropa oscura que lo aísla y, vestido de colorines, se esconde en una careta que lo libera de sí mismo”.
Y sí. Así somos. No nos hagamos. Si “puto” no fuera violento y no transgrediera como palabra, entonces no tendría objeto como grito y no se habría iniciado como consigna vs los porteros rivales.
Claro, es relajo, juego, se dirá, pero uno colectivo, posibilitado por ese momento de permiso común para transgredir, para romper con la rutina, para diluir la responsabilidad en el anonimato del grupo.
Sin embargo, las palabras y las consecuencias sí importan. Siempre importan. El machismo, el sexismo, la homofobia, la xenofobia, el bullying, etc. son amigos cercanos de la complicidad grupal para insultar, terreno fértil para desarrollarlos y expresarlos.
Si ahora en la televisión (luego de fueran hace unos años los primeros en espantarse) hasta se alienta y defiende el grito de “Puto”, no es porque se defienda a México, sino el derecho a la pasión colectiva que tantos frutos reditúa en el lucro comercial y político.
“Grita, apasiónate, pero sólo en el estadio o viendo el partido por televisión; para lo demás, mantente callado, desinteresado, pasivo”, dirá también la clase política que no quiere ser incomodada, mientras, en efecto, millones reclaman como si les quitaran el futuro de la nación: “Que ni se atrevan a tocar nuestro desmadre. Seguiremos gritando Puto. Y puto el que lo lea”.
Carlos Monsiváis, que justo la semana pasada, hace 4 años nos dejó, analizó bastante nuestros “rituales del caos”, esos que entre tanto aparente desorden, se muestran al finalcomo costumbres rígidas y devociones verdaderamente religiosas.
En su libro precisamente llamado así “Los rituales del caos” dedica, como era indispensable, un capítulo al futbol, en donde un mexicano imaginario en plena euforia futbolera, y ya rumbo al Ángel, batalla con una dosis de auto reflexión inoportuna.
“¿Es el futbol la ilusión catártica que facilita el desahogo de las frustraciones y los resentimientos de tanta vida aplastada?… Juan Gustavo se detiene y se autocritica.”.
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