VIERON POR QUE ESTOY RECORDANDO EL FRAUDE Y LO QUE OCURRIO EN LA CAMPAÑA ELECTORAL ESTA 2 NOTA ES PARA RECORDAR POR QUE EPN NO QUERIA HACER 12 DEBATES COMO AMLO PEDIA
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QUEREMOS MÁS DEBATES
Los debates entre los candidatos a la Presidencia de la República
son muy importantes para una contienda democrática. El intercambio de
ideas y el contraste de propuestas de los aspirantes de cara a los
medios de comunicación, es la manera en que los ciudadanos podemos
formarnos una idea de sus proyectos y de los cómos, escuchar sus
argumentos y ver su conocimiento de los problemas del país, ayuda a
formar ciudadanía y a poder tomar una decisión informada este primero de
julio.
Andrés Manuel López Obrador propuso 12 debates en lugar de los millones de espots que se difundirán. Pero el PRI no quiso cuidó a su candidato. PEÑA NO QUIERE DEBATIR PEÑA NO QUIERE QUE LO TOQUEN NI CON EL PÉTALO DE UN ARGUMENTO
Un político que quiere gobernar un país como México, debe estar
dispuesto a participar en debates públicos de cara a los ciudadanos. Sin
embargo, el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, por
estrategia y por temor a cometer errores, declinó la invitación de
asistir a la mesa de debate convocada por la periodista Carmen Aristegui
en su programa radiofónico de MVS.
Peña prefirió pagar el costo de la crítica en las redes sociales y
en la opinión pública a meter la pata y “perder puntos en las
encuestas”. Pero la decisión de Peña a no exponerse bajo ninguna
circunstancia, también lo llevó a cancelar su asistencia a un encuentro
con estudiantes de la Universidad Iberoamericana previsto para el 20 de
abril.
Peña sólo desea participar en los dos debates acartonados del IFE,
segmentados como espots. Ahí se siente seguro. Pero al negarse a
debatir en otros espacios, ofende la inteligencia de los ciudadanos y
desdeña su derecho a escuchar a los propios candidatos exponer sus
propuestas y discutir sus diferencias, para poder tomar una decisión
informada.
Con esa actitud, Peña exhibe su debilidad y su incapacidad para
improvisar un discurso. El mensaje que manda es que no está capacitado
para gobernar. Los ciudadanos tenemos derecho a exigir más debates, para
conocer mejor a los candidatos en ambientes no controlados y más
flexibles, incluso respondiendo a las redes sociales.
Un democracia moderna requiere de un debate de ideas abierto y franco en variados formatos.
La democracia o el espectáculo" - Enrique Krauze
Ricardo Salinas Pliego ha cometido un error que debe enmendar. Declaró que uno de sus canales trasmitirá un partido de futbol a la hora del debate y anunció que publicará los ratings comparativos. Es una burla de la frágil democracia mexicana y un arrogante “¡Al pueblo: pan y circo!”, porque el circo es propiedad privada del señor Salinas. Debemos recordarle que no lo es: en México la televisión privada es una concesión pública, que por definición debe servir al interés público. Ese interés, en este caso, es evidente: en México pueden verse cientos de partidos de futbol (con sus respectivos debates) al año, pero para la elección presidencial 2012 tendremos solo dos debates. Y es del más alto interés público que lleguen al mayor número de ciudadanos.
Los debates -hemos sostenido siempre- son un vehículo fundamental para salir de la “Babel” de ruido, confusión, vaguedad, tontería y mala leche que envenena nuestra vida política. Los debates, en todos los ámbitos, pueden ser una escuela de formación cívica, de respeto y tolerancia. Y en el caso particular de los debates presidenciales, son el instrumento imprescindible –de hecho, el único- para que el ciudadano pondere no solo las ideas, la visión y el programa de los candidatos sino su temple, su carácter, su inteligencia, sus sentimientos y pasiones. En una palabra, su persona.
El tsunami de spots que ha inundado México no solo no ofrece el conocimiento inmediato de los contendientes sino que lo difumina y obstruye. Los debates que se han propuesto son insuficientes y rígidos. Como están las cosas, tendremos que esperar otros seis años para ver los debates necesarios. Debemos conformarnos con lo poco que hay.
Pero aún ese poco es mucho para el señor Salinas. Su prioridad manifiesta es otra: el triunfo del Morelia, los ratings del juego, el circo. Él no sirve a la democracia, y tampoco la democracia le sirve a él. Él sirve a la “Civilización del espectáculo”, esa vacuidad que critica Mario Vargas Llosa en su libro más reciente.
Hace poco el Grupo Salinas otorgó a Vargas Llosa el premio “Una vida por la libertad” por su defensa de la libertad. (De la libertad, no del espectáculo). Para ser congruente, además de leer el libro, debería recordar que no solo de pan -y menos del circo- vive el hombre, y ejercer su libertad para servir a un fin más alto.
Los debates -hemos sostenido siempre- son un vehículo fundamental para salir de la “Babel” de ruido, confusión, vaguedad, tontería y mala leche que envenena nuestra vida política. Los debates, en todos los ámbitos, pueden ser una escuela de formación cívica, de respeto y tolerancia. Y en el caso particular de los debates presidenciales, son el instrumento imprescindible –de hecho, el único- para que el ciudadano pondere no solo las ideas, la visión y el programa de los candidatos sino su temple, su carácter, su inteligencia, sus sentimientos y pasiones. En una palabra, su persona.
El tsunami de spots que ha inundado México no solo no ofrece el conocimiento inmediato de los contendientes sino que lo difumina y obstruye. Los debates que se han propuesto son insuficientes y rígidos. Como están las cosas, tendremos que esperar otros seis años para ver los debates necesarios. Debemos conformarnos con lo poco que hay.
Pero aún ese poco es mucho para el señor Salinas. Su prioridad manifiesta es otra: el triunfo del Morelia, los ratings del juego, el circo. Él no sirve a la democracia, y tampoco la democracia le sirve a él. Él sirve a la “Civilización del espectáculo”, esa vacuidad que critica Mario Vargas Llosa en su libro más reciente.
Hace poco el Grupo Salinas otorgó a Vargas Llosa el premio “Una vida por la libertad” por su defensa de la libertad. (De la libertad, no del espectáculo). Para ser congruente, además de leer el libro, debería recordar que no solo de pan -y menos del circo- vive el hombre, y ejercer su libertad para servir a un fin más alto.
Devuelvan las entradas
El próximo domingo habrá debate y seguramente uno de los temas será el manejo de la economía, donde claramente se verá la diferencia entre el cambio verdadero que ofrece Andrés Manuel y la continuidad que representan el PRI y el PAN.
El modelo económico actual sólo beneficia a unos cuantos, pero Calderón lo defiende argumentando que ha logrado estabilidad. Pero la mayoría de los mexicanos ha perdido hasta 24% de su poder adquisitivo, ¿Qué significa esto? Que hoy se puede comprar menos con el mismo dinero que hace 6 años y qué decir, hace 12.
Hoy todos los productos, bienes y servicios cuestan más que al inicio del actual gobierno, pero a la gente le alcanza menos. Cada día todo sube, el precio de los alimentos y las medicinas, de las escuelas privadas y los útiles escolares, de la gasolina y el gas.
La principal justificación de Calderón es que “comparados con España, estamos súper bien”, “es que las crisis vienen de afuera y nos pudo haber ido peor” o que “el gobierno de México no tiene la culpa de las crisis en Estados Unidos”.
De entrada parecen argumentos sensatos. Entonces ningún otro país parecido al nuestro hubiera podido crecer durante todos estos años. ¿Cierto?
Veamos qué pasó en Latinoamérica durante los últimos seis años: según datos del World Databank (databank.worldbank.org) entre 2006 y 2010 el PIB per cápita (es decir, lo que produce un país al año dividido entre el número de habitantes) creció en promedio 50% en una muestra de 12 países latinoamericanos, entre los que se encuentra México. El dato más impresionante es Uruguay, que creció 97% de 2006 a 2010. El lamentable último lugar es México con sólo 3% de crecimiento bruto en esos 5 años. En medio y muy por encima de México tenemos países como Chile, Ecuador, Colombia, Perú, Brasil y Costa Rica, sólo por mencionar algunos.
Y ¿cómo le hicieron todos esos países para crecer mientras México permanecía estancado?
La mayoría de estos países tienen un modelo diferente al que marcan los cánones actuales que rigen nuestra economía. Hay dos ingredientes fundamentales que les permiten tener este resultado: primero, apuestan por la competitividad y la reactivación del mercado interno y segundo, su economía está basada en las personas y no en las grandes empresas.
En otras palabras, cuando el PRI y el PAN defienden la “estabilidad macroeconómica” lo que están defendiendo es una visión mediocre: mientras ellos celebran que nos podría haber ido mucho peor, nosotros lamentamos el tiempo perdido, la prueba es que con otro modelo económico nos hubiera ido mucho mejor. Para ellos estabilidad significa un buen desempeño de la bolsa de valores, para nosotros estabilidad significa el crecimiento del ingreso de las personas.
El cambio de modelo económico que propone Andrés Manuel, no está sacado de la manga, está probado que invertir en las personas y en el mercado interno ayuda a que las familias tengan una mejor calidad de vida, no sólo por el aspecto económico, sino también porque tienen acceso a una mejor educación, mejores productos y servicios con precios mucho más competitivos.
La próxima vez que hables con alguien que tiene dudas sobre el cambio de modelo económico y que defienda la estabilidad como un logro del gobierno del PAN, compártele esta información, esa puede ser tu aportación al cambio verdadero.
El modelo económico actual sólo beneficia a unos cuantos, pero Calderón lo defiende argumentando que ha logrado estabilidad. Pero la mayoría de los mexicanos ha perdido hasta 24% de su poder adquisitivo, ¿Qué significa esto? Que hoy se puede comprar menos con el mismo dinero que hace 6 años y qué decir, hace 12.
Hoy todos los productos, bienes y servicios cuestan más que al inicio del actual gobierno, pero a la gente le alcanza menos. Cada día todo sube, el precio de los alimentos y las medicinas, de las escuelas privadas y los útiles escolares, de la gasolina y el gas.
La principal justificación de Calderón es que “comparados con España, estamos súper bien”, “es que las crisis vienen de afuera y nos pudo haber ido peor” o que “el gobierno de México no tiene la culpa de las crisis en Estados Unidos”.
De entrada parecen argumentos sensatos. Entonces ningún otro país parecido al nuestro hubiera podido crecer durante todos estos años. ¿Cierto?
Veamos qué pasó en Latinoamérica durante los últimos seis años: según datos del World Databank (databank.worldbank.org) entre 2006 y 2010 el PIB per cápita (es decir, lo que produce un país al año dividido entre el número de habitantes) creció en promedio 50% en una muestra de 12 países latinoamericanos, entre los que se encuentra México. El dato más impresionante es Uruguay, que creció 97% de 2006 a 2010. El lamentable último lugar es México con sólo 3% de crecimiento bruto en esos 5 años. En medio y muy por encima de México tenemos países como Chile, Ecuador, Colombia, Perú, Brasil y Costa Rica, sólo por mencionar algunos.
Y ¿cómo le hicieron todos esos países para crecer mientras México permanecía estancado?
La mayoría de estos países tienen un modelo diferente al que marcan los cánones actuales que rigen nuestra economía. Hay dos ingredientes fundamentales que les permiten tener este resultado: primero, apuestan por la competitividad y la reactivación del mercado interno y segundo, su economía está basada en las personas y no en las grandes empresas.
En otras palabras, cuando el PRI y el PAN defienden la “estabilidad macroeconómica” lo que están defendiendo es una visión mediocre: mientras ellos celebran que nos podría haber ido mucho peor, nosotros lamentamos el tiempo perdido, la prueba es que con otro modelo económico nos hubiera ido mucho mejor. Para ellos estabilidad significa un buen desempeño de la bolsa de valores, para nosotros estabilidad significa el crecimiento del ingreso de las personas.
El cambio de modelo económico que propone Andrés Manuel, no está sacado de la manga, está probado que invertir en las personas y en el mercado interno ayuda a que las familias tengan una mejor calidad de vida, no sólo por el aspecto económico, sino también porque tienen acceso a una mejor educación, mejores productos y servicios con precios mucho más competitivos.
La próxima vez que hables con alguien que tiene dudas sobre el cambio de modelo económico y que defienda la estabilidad como un logro del gobierno del PAN, compártele esta información, esa puede ser tu aportación al cambio verdadero.
Queremos 12 debates
Los debates entre los candidatos a la Presidencia de la República son muy importantes para una contienda democrática. El intercambio de ideas y el contraste de propuestas de los aspirantes de cara a los medios de comunicación, es la manera en que los ciudadanos podemos formarnos una idea de sus proyectos y de los cómos, escuchar sus argumentos y ver su conocimiento de los problemas del país, ayuda a formar ciudadanía y a poder tomar una decisión informada este primero de julio.
Andrés Manuel López Obrador propuso 12 debates en lugar de los millones de espots que se difundirán. Pero el PRI no quiso cuidó a su candidato. PEÑA NO QUIERE DEBATIR PEÑA NO QUIERE QUE LO TOQUEN NI CON EL PÉTALO DE UN ARGUMENTO.
Un político que quiere gobernar un país como México, debe estar dispuesto a participar en debates públicos de cara a los ciudadanos. Sin embargo, el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, por estrategia y por temor a cometer errores, declinó la invitación de asistir a la mesa de debate convocada por la periodista Carmen Aristegui en su programa radiofónico de MVS.
Peña prefirió pagar el costo de la crítica en las redes sociales y en la opinión pública a meter la pata y “perder puntos en las encuestas”. Pero la decisión de Peña a no exponerse bajo ninguna circunstancia, también lo llevó a cancelar su asistencia a un encuentro con estudiantes de la Universidad Iberoamericana previsto para el 20 de abril.
Peña sólo desea participar en los dos debates acartonados del IFE, segmentados como espots. Ahí se siente seguro. Pero al negarse a debatir en otros espacios, ofende la inteligencia de los ciudadanos y desdeña su derecho a escuchar a los propios candidatos exponer sus propuestas y discutir sus diferencias, para poder tomar una decisión informada.
Con esa actitud, Peña exhibe su debilidad y su incapacidad para improvisar un discurso. El mensaje que manda es que no está capacitado para gobernar. Los ciudadanos tenemos derecho a exigir más debates, para conocer mejor a los candidatos en ambientes no controlados y más flexibles, incluso respondiendo a las redes sociales.
Un democracia moderna requiere de un debate de ideas abierto y franco en variados formatos.
Queremos más debates
QUEREMOS MÁS DEBATES
Los debates entre los candidatos a la Presidencia de la República
son muy importantes para una contienda democrática. El intercambio de
ideas y el contraste de propuestas de los aspirantes de cara a los
medios de comunicación, es la manera en que los ciudadanos podemos
formarnos una idea de sus proyectos y de los cómos, escuchar sus
argumentos y ver su conocimiento de los problemas del país, ayuda a
formar ciudadanía y a poder tomar una decisión informada este primero de
julio.
Andrés Manuel López Obrador propuso 12 debates en lugar de los millones de espots que se difundirán. Pero el PRI no quiso cuidó a su candidato. PEÑA NO QUIERE DEBATIR PEÑA NO QUIERE QUE LO TOQUEN NI CON EL PÉTALO DE UN ARGUMENTO
Un político que quiere gobernar un país como México, debe estar
dispuesto a participar en debates públicos de cara a los ciudadanos. Sin
embargo, el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, por
estrategia y por temor a cometer errores, declinó la invitación de
asistir a la mesa de debate convocada por la periodista Carmen Aristegui
en su programa radiofónico de MVS.
Peña prefirió pagar el costo de la crítica en las redes sociales y
en la opinión pública a meter la pata y “perder puntos en las
encuestas”. Pero la decisión de Peña a no exponerse bajo ninguna
circunstancia, también lo llevó a cancelar su asistencia a un encuentro
con estudiantes de la Universidad Iberoamericana previsto para el 20 de
abril.
Peña sólo desea participar en los dos debates acartonados del IFE,
segmentados como espots. Ahí se siente seguro. Pero al negarse a
debatir en otros espacios, ofende la inteligencia de los ciudadanos y
desdeña su derecho a escuchar a los propios candidatos exponer sus
propuestas y discutir sus diferencias, para poder tomar una decisión
informada.
Con esa actitud, Peña exhibe su debilidad y su incapacidad para
improvisar un discurso. El mensaje que manda es que no está capacitado
para gobernar. Los ciudadanos tenemos derecho a exigir más debates, para
conocer mejor a los candidatos en ambientes no controlados y más
flexibles, incluso respondiendo a las redes sociales.
Un democracia moderna requiere de un debate de ideas abierto y franco en variados formatos.
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