¿Qué le dolió a Televisa? Carmen Aristegui lo sabe
Fabián Cuéllar / @FCuellar3_0
(23 de junio, 2013).- Desde 2009, los ataques de la televisora Televisa –a través de sus directivos, empleados y cabilderos– a la periodista Carmen Aristegui se han hecho públicos y han escalado hasta evidenciar lo incómoda que se ha vuelto la comunicadora para una de las dos televisoras con más poder en México.
El conflicto más intenso se remonta al año 2008, cuando Televisa despidió a Aristegui de su noticiario “Hoy por hoy” en la estación W Radio, filial de la televisora.
Según la televisora de San Ángel, el fin del contrato laboral se debió a una supuesta incompatibilidad editorial expuesta en un comunicado somero y vago en el que se hablaba de las nuevas miras de W Radio y las empresas que manejan la radiodifusora, Televisa y el español Grupo PRISA.
La labor de Carmen Aristegui no entraba en ese esquema “basado en el trabajo en equipo y el derecho a la información plural y que obtiene liderazgo de audiencia en todos los países”.
Según la propia Aristegui, la verdadera razón del despido tenía más que ver con la crítica de la periodista contra la llamada Ley Televisa –una serie de modificaciones a la Ley Federal de Telecomunicaciones y a la Ley Federal de Radio y Televisión que permitía, entre otras cosas, que Televisa comprara nuevas concesiones–, aprobada por la Cámara de Diputados en abril de 2006, en un tiempo récord de 7 minutos, con un sesgo evidente a favor del duopolio televisivo mexicano conformado por Televisa y TV Azteca.
Durante un par de años, Carmen Aristegui criticó dicha ley tanto en el programa que conducía en W Radio como en el noticiario televisivo “Aristegui” de CNN en Español. Su estilo frontal y directo era de por sí incómodo para la empresa encabezada por Emilio Azcárraga Jean. Abordar uno de los temas intocables de la televisora ayudó a construir su salida del medio.
Como mero trámite, la televisora debía sortear los posibles conflictos administrativos con su socio PRISA, dueño del 49 por ciento de las acciones de W Radio, y sobre todo con el director de la empresa en México, el español Raúl Rodríguez, defensor de Aristegui y personaje afín a Andrés Manuel López Obrador.
Televisa al cobijo calderonista
El gobierno de Felipe Calderón se sumó a la lucha contra Aristegui y, de paso, protegió los intereses del duopolio televisivo.
El 7 de enero de 2011, Carmen Aristegui fue despedida temporalmente de MVS, desde donde transmite su programa Primera emisión. La empresa argumentó una trasgresión a las políticas de ética periodística del medio luego de que Aristegui hiciera al aire una pregunta sobre Felipe Calderón y su presunto problema de alcoholismo, misma que planteó el legislador Gerardo Fernández Noroña en la Cámara de Diputados, mediante una manta alusiva al tema.
No obstante, detrás de la primera declaración de MVS había presión de los grupos en el poder. Tanto Alejandra Sota como Javier Lozano, funcionarios calderonistas, se vieron involucrados en distintas presiones desde el gobierno federal hacia la empresa MVS. Aristegui era el pretexto con el que Azcárraga Jean, mediante Calderón, quería matar dos pájaros de un tiro: deshacerse de uno de sus críticos más férreos y, entrados en la guerra de televisoras, disputar los 190 megahercios concesionados a MVS de la banda ancha de 2.5 gigahercios.
Alejandra Sota, entonces coordinadora de Comunicación Social de la Presidencia, exigió una disculpa pública por parte de Carmen Aristegui para Calderón. Por otro lado, Joaquín Vargas, presidente de MVS, denunció las amenazas que recibió de Javier Lozano, ex secretario de Trabajo y Previsión Social, de quitarle la concesión de la banda ancha si recontrataba a la periodista.
El gobierno federal presionó a MVS para beneficiar a Televisa, lo que dio inicio a un pleito legal entre el Estado y la televisora presidida por Vargas, que aún sigue en curso.
Si yo fuera presidente…
Que hubiera llamado la atención de la audiencia hacia la Ley Televisa era sólo una de las razones de la empresa de San Ángel para deshacerse de Aristegui.
Mientras los empresarios de los medios de comunicación movían los hilos en 2006 para aprobar, casi sin oposición, la controversial ley, por otro lado querían impedir que pasara la Reforma Electoral votada en 2007, la cual acotaba la participación de los medios de comunicación en los procesos electorales futuros.
Carmen Aristegui se mostró a favor de la reforma que, en esta ocasión, iba en contra de los intereses de la televisora para la que trabajaba.
Pero su relación con los procesos electorales mexicanos y sus enfrentamientos con el poder político no se limitaron a esa defensa de lo que parecía una ley más equitativa.
En 2009, Aristegui difundió y comentó al aire el libro de Jenaro Villamil titulado “Si yo fuera presidente”, en el que se analiza la relación estrecha del entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, con la empresa de Azcárraga Jean. Tanto Villamil como Aristegui fueron objeto de distintos ataques por parte de Televisa.
Un año después de su salida de W Radio, la televisora cambió la versión del despido de Aristegui. En declaraciones que aumentaban su virulencia, se llegó a afirmar que el programa Hoy por hoy ”no era rentable ni plural”. Los ataques siguieron: Villamil y Aristegui fueron tildados de mentirosos por Televisa.
Enrique Peña Nieto fue uno de los objetos de investigación de Carmen Aristegui antes de y durante la campaña presidencial de 2012. Todo lo que rodeaba a Peña Nieto provocaba suspicacia: una campaña con recursos ilimitados que no era auditada propiamente por el Instituto Federal Electoral (IFE); sus lazos estrechos (y siempre ocultos) con Carlos Salinas de Gortari; su cuestionable administración en el Estado de México; su relación innegable con Televisa y la construcción de un mundo plástico que lo acercó a millones de televidentes cautivos.
Aristegui, una vez más de la mano de Jenaro Villamil, presentó documentos de las relaciones entre el gobierno del Estado de México y Televisa (a través de empresas cercanas a Azcárraga Jean), en los que se exponía pagos de tiempo al aire e imagen pública que colocarían a Enrique Peña Nieto, primero como candidato del Partido Revolucionario Institucional y, después como titular del Ejecutivo mexicano.
2012: la guerra abierta
La entrevista que hizo Carmen Aristegui a Peña Nieto, en la que preguntó abiertamente si el mexiquense debía algo a Televisa, generó un desplegado por parte del titular de la Cámara Nacional de la Industria de Telecomunicaciones por Cable (Canitec), Alejandro Puente Córdoba, en el que se tildaba de mentira, una vez más, lo dicho por Aristegui.
Alejandro Puente, mediante su texto, llamó a Aristegui “cabildera de Slim” e interesada en comprometer a Enrique Peña Nieto “para que le permita al empresario seguir reinando en su monopolio”. Aristegui respondió a las acusaciones afirmando que Puente es un “personero” de la televisora, además de que pertenece a la telebancada que legisla a favor del duopolio.
Por su parte, Televisa negó ser la autora intelectual del comunicado, sin embargo, avaló la postura de Puente Córdoba al decir que “en MVS y de parte de su conductora estelar es cada vez más notoria una política editorial ligada a intereses comerciales”. La periodista, en una muestra de convicción con lo que informa, preguntó al aire “¿Qué le dolió a Televisa?”.
Una vez más, Carmen Aristegui tocaba los intereses de Televisa. Por un lado, atacaba al candidato que la televisión forjó durante 7 años. Por el otro, participaba en el debate en torno a un conflicto empresarial en el que la televisora tenía, de por sí, una posición sin ventajas.
El contrataque
Aristegui, en todo momento, sostuvo que el comunicado de la Canitec provenía de los altos mandos de la televisora.
Tres meses después, Carmen Aristegui encontró la oportunidad de regresar el golpe, información mediante, a Emilio Azcárraga Jean. El 20 de agosto de 2012, 18 mexicanos fueron detenidos en Nicaragua. Viajaban con más de nueve millones de dólares en seis camionetas con logotipos de Televisa.
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