El 6 de febrero que marcó a toda una generación rebelde
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Para el 1 de febrero del año 2000, la preparatoria número 3 de la UNAM se encontraba muy abandonada, con menos de diez huelguistas que resguardaban sus instalaciones. Ese día, dicho plantel fue invadido por presuntos golpeadores contratados por la Rectoría encabezada por Juan Ramón de la Fuente. Ante tal afrenta, miembros del Consejo General de Huelga (CGH) decidieron acudir a la mencionada escuela, ubicada al norte del Distrito Federal, para recuperarla a toda costa.
El enfrentamiento campal entre los golpeadores y el CGH fue transmitido por los canales de la dictadura televisiva, Televisa y TV Azteca, donde no paraban de atribuir la violencia a los estudiantes y profesores en huelga.
El resultado: más de 200 universitarios aprehendidos, muchos de los cuales fueron a parar al reclusorio capitalino norte. Pero además, la amenaza de represión contra el resto de “cegehacheros” tomaba un tono más turbio y medios e intelectuales clamaban que se acabar la huelga.
En esos tiempos apenas salían al mercado teléfonos celulares muy, pero muy básicos. No había redes sociales ni mucho menos smartphones, así que coordinarse en contingencias como esta que se escribe resultaba difícil.
Sin embargo, cinco días después, es decir la madrugada del domingo 6 de febrero de 2000, el terror de Estado continuó contra los huelguistas. Violando la autonomía universitaria, la Policía Federal Preventiva (PFP) entró a CU. Mientras tanto, en el auditorio “Che” Guevara unos cientos de integrantes del CGH sesionaban en asamblea, muchos otros dormíamos en los salones de clases de cada una de las facultades, acondicionados para pernoctar durante nueve meses y medio.
Así las cosas, vino un nuevo “apañón” masivo y el rompimiento definitivo de la huelga más larga en la historia de la UNAM. Casi 700 universitarios fueron detenidos por mercenarios vestidos de gris pertenecientes a la PFP, órgano de represión política creado por el entonces presidente Ernesto Zedillo.
Cabe mencionar que la reprimenda de Estado tuvo como sustento un desplegado público firmado por 89 intelectuales, que le hicieron el “caldo gordo” al PRI gobernante de aquellos años. De manera casi histérica, en dicho documento, aquellos intelectuales exigieron: “Si el CGH quiere contribuir a ese diálogo y evitar las provocaciones tiene para ello un elemento invaluable: la devolución inmediata de las instalaciones”.
Entre los firmantes del desplegado tenemos a: Elena Poniatowska, Lorenzo Meyer, Carlos Monsiváis, Héctor Aguilar Camín, Jorge Castañeda, Gonzalo Celorio, Alí Chumacero, Gloria Contreras, Enrique Florescano, Carlos Fuentes, Enrique Krauze, Miguel León-Portilla, Ángeles Mastreta, Álvaro Mutis, Fernando del Paso, José María Pérez Gay, Federico Reyes Heroles, entre otros.
Anécdota: días después de la irrupción la PFP a instalaciones universitarias, hubo manifestaciones de protesta en todo el país. A la primera megamarcha de la post huelga acudieron unas 100 mil personas, entre las que estuvo la Poniatowska, a quien una chica veinteañera le gritó con gran coraje, “¡traidora, qué haces aquí. Tú firmaste para que entrara la policía a la UNAM!”. Entre sollozos, arrepentimiento y un mar de lágrimas , Poniatowska se aprestó a decir: “discúlpenme, yo no sabía”.
Han pasado ya 15 años del rompimiento de aquella huelga que marcó a toda una generación. Hoy día sus integrantes andan por muchas partes, quizá resistiendo ante los embates de esta vida, quizá recordando aquellos tiempos. Otros lamentablemente ya se nos fueron.
No nos vamos a callar.
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