Juan Diego, un Símbolo
ExcelsiorLEYENDO la entrevista hecha al abad de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Schulenburg, en la que se abordan los temas de la existencia de Juan Diego y de las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, quedan en claro algunas interpretaciones que se han hecho sobre el particular. Juan Diego no existió, es un símbolo, dice el prelado. ¿Cómo es posible —pregunta el entrevistador— que un símbolo haya sido beatificado?
El abad explica que esa beatificación no es el reconocimiento de la existencia física del indio en cuestión, sino un reconocimiento al culto. "No es, propiamente hablando, una beatificación", precisa Schulenburg. Buena aclaración, pues mucha gente creyó o cree que, después de la beatificación viene el canonizar y, posteriormente, la elevación a los altares. ¿Puede convertirse en santo un símbolo? Sin duda, no.
Sobre la Virgen de Guadalupe, el abad explica que se trata de un sincretismo. En el cerro ahora llamado del Tepeyac los aztecas adoraban a una diosa llamada Tonantzin, que quiere decir nuestra madrecita. "Por ese precioso sincretismo religioso, fue sustituida, superada y cambiada por la verdadera devoción, a la verdadera madre de Dios: a la Diosinantzin y ya no la Tonantzin". ¿Hubo un milagro? "En cualquier hipótesis la Virgen María es un milagro permanente", dice el entrevistado. De la aparición, el Vaticano acaba de decir que no es un dogma, que el católico que no crea en ella no por eso deja de ser católico. Es decir, se trata de un acto de fe y eso es lo que mantiene viva la adoración a la Virgen Morena.
· Carlos Warholtz, archipreste de la basílica de Guadalupe.
· Esteban Matínez, exdirector de la biblioteca Guadalupana.
· Manuel Olimón Nolasco, doctorado en historia por la Universidad Iberoamericana. Profesor de la Universidad Pontificia, y presidente de la comisión de arte sacro del Episcopado Mexicano. Fuente: Ximena Peredo.
Tales son algunos de los resultados del estudio que, en 1982, hizo a la imagen guadalupana José Sol Rosales, experto en conservación y restauración de obras de arte.
Sol Rosales, quien fue director del Centro Nacional de Registro y Conservación para Obra Mueble del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), hizo el estudio a petición de Guillermo Schulenburg, entonces abad de la Basílica de Guadalupe.
El análisis -ahora en poder de este semanario- fue enviado confidencialmente al Vaticano por el abad como un "signo de honestidad y de amor a la verdad", y también para demostrar que la imagen guadalupana "no es de origen sobrenatural", sino "una obra pictórica humana".
Para empezar, Sol Rosales descubrió que el famoso ayate de la Virgen -de 1.72 metros de altura por 1.09 de ancho- no está hecho de henequén, como sostiene la leyenda, sino de lino y cáñamo:
"El examen microscópico (20-80X), su aspecto y su comportamiento me inclinan a pensar que se trata de lino con alguna mezcla de cáñamo. Estoy prácticamente seguro de que no se trata de fibras duras de tipo ixtle o henequén, como se asegura tradicionalmente, ni tampoco creo que es algodón... este tipo de lienzo puede considerarse normal en una pintura del Siglo 16 y aún en pinturas posteriores."
Antes de que el artista pintara la imagen -refiere el perito-, cubrió la tela con unos brochazos de tinta blanca.
Después, el pintor se dio a la tarea de delinear a la Guadalupana, que el estudio de Sol Rosales describe así:
"Imagen de una mujer en actitud de meditación, la cabeza de tres cuartos ligeramente inclinada a la izquierda, vestida con una especie de hábito color carmín y manto azul decorado con estrellas. Está parada sobre una luna y a su vez sostenida por un ángel. El estilo es bizantinizante con pocos volúmenes y decoraciones planas de oro".
Y explica que es una pintura al temple:
"La pintura es la ejecutada usando diversas variantes de la técnica modernamente conocida como temple; una de ellas, la usada en manto y ropaje, fue empleada en el Siglo 16 con el nombre de aguazo; deriva de las técnicas en la pintura de las llamadas sargas y presupone el realizar la pintura sobre el lienzo humedecido ligeramente para facilitar la fijación del color".
Así mismo, el fondo y el resplandor de la imagen fueron ejecutados "al temple de cola", sobre una preparación "también de cola y carbonato de cal".
Las manos y el rostro de la Virgen "presumiblemente están ejecutados con un temple de resina o de aceites trabajados con capas de color muy delgadas que permiten que la luz que la ilumina se refleje en el fondo de color blanco, dando esa especial luminosidad".
Sol Rosales determinó que "los elementos dorados" se aplicaron al final, cuando la pintura estaba "ya casi terminada".
Los colores utilizados para la imagen fueron negro, blanco, azul, verde, tierras, rojos y oro.
"El negro seguramente es un negro de humo usado tradicionalmente en todas las épocas; se conseguía en el México del Siglo 16 recolectando el hollín del humo del ocote.
"El blanco es con toda seguridad sulfato de calcio que se conocía como tizatl, muy parecido al blanco de España usado en Europa.
"Los pigmentos azul y verde son, con mucha probabilidad, óxidos básicos de cobre, conocidos como azurita en su variedad azul, o malaquita en su variedad verde.
"Las tierras son óxidos de hierro que dan una verdadera variedad de tonos pardos más o menos rojizos, según el contenido de hierro y si han sido calcinados o no. Estos eran usados profusamente en la pintura prehispánica y se encontraban fácilmente en México.
"Como pigmentos rojos, además del óxido de hierro rojo, se usaba el bermellón, compuesto de azufre y mercurio, y el carmín de la cochinilla mexicana. Me inclino a pensar que tenemos mezclas de estos tres colores en el manto carmín y en el aura bermellón".
MÉXICO
¿Sólo un mito?ENÉRGICO RECHAZO A DECLARACIONES DEL ABAD DE GUADALUPE
No sólo una ola de rechazo popular -que se extendió incluso hasta los inmigrantes latinoamericanos en los Estados Unidos-, sino la enérgica respuesta de los obispos mexicanos suscitaron las sorprendentes declaraciones de Monseñor Guillermo Schulenburg, Abad de la Basílica de Guadalupe, negando la existencia del indio Juan Diego, a quien en el siglo XVI se le apareciera la Virgen de Guadalupe y que recientemente fuera beatificado por el Papa Juan Pablo II.
La controversia. La situación se inició hace unas semanas cuando una revista religiosa italiana recogió las extrañas declaraciones del abad Schulenburg, formuladas en diciembre del año pasado a otra publicación italiana: Ixtus, en la que éste, pese a su condición de Guardián de la Basílica, negó las apariciones de la Virgen al calificar a Juan Diego como "un símbolo, no una realidad".
Explosión. Las declaraciones del abad cayeron como una bomba en un país donde la Virgen de Guadalupe forma parte de la misma identidad nacional. Apenas la prensa recogió las declaraciones, las reacciones populares de indignación y rechazo se multiplicaron en todo el país. Incluso el New York Times dio cuenta de "la profunda frustración y enojo" que las declaraciones produjeron en la región de California, Texas y Nuevo México, donde se concentra una importante población de origen mexicano y latinoamericano.
Graves consideraciones. En la entrevista concedida a Ixtus, Schulenburg incluso afirmaba que el hecho de que el Papa canonizara a Juan Diego -quien fuera beatificado por el Papa en 1990- implicaría que "los teólogos tendrían que estudiar si el Papa se puede o no equivocar".
Respuesta. Expresando el sentido histórico y recogiendo inmediatamente el sentir popular, la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM) publicó un breve documento en el que pidió a los mexicanos impedir que "las mentiras y las dudas dividan o debiliten la fe católica". En el texto, los obispos ratificaron la autenticidad de las apariciones y la importancia de la Virgen de Guadalupe como signo de fe y de unidad del país.
Datos verídicos. "Las noticias que se tienen sobre el beato nos han llegado por documentos históricos dignos de fe", señalan tajantemente los obispos. "En esos documentos", añaden, "se encomian las virtudes de Juan Diego, su fe sencilla, nutrida en la catequesis y acogedora de los misterios de Dios; su esperanza y su confianza en la Virgen María, su caridad, su coherencia moral, su desprendimiento y su pobreza evangélica". El pronunciamiento episcopal señala además que el beato Juan Diego llevó vida de ermitaño junto al cerro del Tepeyac y fue ejemplo de humildad hasta que murió en 1548, a la edad de 74 años.
La Guadalupana. Los obispos no dejaron pasar la ocasión para evangelizar. Así, realizaron un llamado a los fieles a renovar su confianza en la Virgen de Guadalupe, especialmente frente a la crítica situación que atraviesa el país. "Los obispos queremos invitar a los mexicanos a mirar a Santa María de Guadalupe con esperanza, a renovar nuestra voluntad de construir una sociedad mexicana más solidaria y una Iglesia más misionera", dijeron. En ese mismo sentido, el documento destaca la necesidad de alcanzar la paz, la serenidad y el ánimo "para superar las dificultades y para seguir construyendo una sociedad más solidaria donde reinen la justicia, la verdad y la fraternidad".
Contexto. Las desdichadas declaraciones de Schulenburg se hicieron públicas en momentos en que al interior de la Iglesia en México se venía debatiendo sobre su futuro como responsable de la Basílica de Guadalupe. El Abad, en efecto, ha cumplido 80 años; sin embargo, se resiste a renunciar afirmando que su cargo es vitalicio, al haber sido nombrado por el Papa Juan XXIII. Los más destacados canonistas, sin embargo, observan que un abad no puede estar por encima del Derecho Canónico que determina la renuncia de los obispos a los 75 años. A la edad del Abad se suma el descontento general que existe en la Arquidiócesis de México debido a que el Santuario, que recibe a millones de peregrinos al año, no ayuda en nada al sostenimiento de las obras pastorales y sociales de la Iglesia local.Respaldo. Los obispos mexicanos, en este sentido, no sólo han señalado respecto de Schulenburg que "este no es un momento de desconcierto, sino de buscar la unidad, no sólo religiosa sino política y económica en el país"; sino que han declarado, a través del Secretario General, Mons. Ramón Godínez, que apoyarán cualquier decisión que respecto del Abad tome el Arzobispo de Ciudad de México, Mons. Norberto Rivera. Por su parte, el Primado mexicano ha sostenido que se están realizando "las consultas pertinentes" para determinar con precisión el estatus jurídico del Abad.
Esperando octubre. Fuentes bien informadas revelaron que, a consecuencia de la fuerte presión popular, el Abad estaría dispuesto a renunciar por propia voluntad antes de forzar una intervención definitiva del Arzobispo, tras un previsible respaldo vaticano. Según las fuentes, Schulenburg renunciaría en cualquier momento a partir de octubre, después que pase el temporal suscitado por sus declaraciones
Viernes 07 de Junio de 1996
¡Que se Callen Todos!: Corripio; Dejen Opinar a Schulenburg
Excelsior:"¡Que se callen todos!", fue la reacción del cardenal Ernesto Corripio Ahumada en tobao del escándalo Schulenburg-Rivera Carrera, por las apariciones de la Virgen de Guadalupe al beato Juan Diego.
El purpurado aceptó que en sus décadas de relación con Schulenburg se presentaron "situaciones muy particulares" pero declinó opinar si éste es el momento para que se retire el abad, porque "eso le corresponde al que lo puso y al que lo debe quitar", en referencia directa al Papa y al arzobispo Norberto Rivera Carrera.
Corripio Ahumada fue entrevistado al participar en el Tercer Encuentro Internacional " La Dignidad de la Familia y la Vida en la Política y la Legislación de América ", donde el presidente del Pontificio Consejo para la Familia en la Santa Sede, cardenal Alfonso López Trujillo, al abrir los trabajos lanzó también sus indirectas:
"Si vamos a hablar del Santuario de la familia -asentó- qué mejor que decirlo cerca del Santuario de Guadalupe, que tiene una fuerza contundente aún para los más incrédulos".
Aquí, el arzobispo primado de México se negó a abordar la situación del abad Schulenburg, pero extraoficialmente en los círculos eclesiásticos trascendió que el clérigo presentó su dimisión el pasado sábado primero de junio; es decir, 24 horas antes de que se suscitara la confrontación de creencias en pleno Altar Mayor de la Basílica con el arzobispo Norberto Rivera.
En este mismo marco se aseguró que Rivera espera un clima de menor escándalo para dar a conocer la dimisión del abad.
Para Corripio Ahumada, las aseveraciones del abad, lejos de debilitar a la Iglesia la fortaleceimporque obligan a los católicos a investigar más acerca de los dogmas y a afianzar su amor y devoción a la Virgen de Guadalupe.
El ex arzobispo primado de México, vivió durante su gobierno eclesiástico al frente de la arquidiócesis más grande del mundo -hace ocho años- el mismo conflicto por la disputa en el control de la Basílica de Guadalupe y por las divergencias de creencias con Guillermo Schulenburg, respecto del milagro aparicionista ante Juan Diego, sin haberlo resuelto durante su periodo.
A un año de su retiro como arzobispo, Corripio Ahumada, cardenal aún en activo y jerarca a quien los representantes de la Santa Sede congregados aquí, dieron un trato suave, afectuoso y de deferencias, rompe su silencio y plantea una petición:
"¡Que se callen todos! para que ya no ataquen a la Iglesia; dejen a Schulenburg opinar como le parezca a él; que cada uno procure basar sus creencias acerca de la verdad de este asunto".
El arzobispo emérito que fungiera como jefe político de la Iglesia sin reconocimiento jurídico, comentó por primera vez para los medios de comunicación la entrevista publicada en Ixtus y retomada en Italia por 30 Giorni en la que ubica a la Virgen de Guadalupe como consecuencia del necesario sincretismo para que la doctrina católica pudiera penetrar las conciencias indígenas del siglo XVI, donde califica también de fábula, la historia de la tilma de Juan Diego.
"ES LIBRE DE OPINAR"
El cardenal Corripio calificó de "muy especial", la manera de pensar de Schulenburg Prado srere las apariciones, pero aclaró que es libre para opinar en relación a los hechos guadalupanos, "son opiniones muy personales y muy propias de él", resaltó.
El cardenal, sin embargo, evadió cualquier comentario preciso. Vaguedad y prisa fueron los elementos que caracterizaron sus respuestas, como siempre lo hace cuando las preguntas le incomodan.
-¿Usted como arzobispo tuvo muchos problemas en su relación con monseñor Schulenburg?, se le preguntó. A ello repuso:
"Eso es otra cosa que ya entra en las relaciones mucho muy particulares que le toca a uno vivirlas, pero no voy a estar opinando sobre ellas".
-¿Usted se pronuncia por la salida del abad de la Basílica?
"Precisamente ayer -indicó-, me dijeron por teléfono que en el Canal 13 de televisión salió una noticia al respecto; no había pasado ni una hora, cuando me volvieron a hablar para decirme que había otra noticia contradiciendo la primera".
-¿Pero usted qué opina?
"No me toca a mí -respondió- opinar si debe salir o no. Eso le corresponde a la instancia que lo puso o a la que le toca dejarlo o quitarlo.
-Como mexicano, ¿qué opina?
"Como mexicano, soy amantísimo de la Virgen de Guadalupe, desde que tengo recuerdo, desde muy chico".
-Sus diferencias con Schulenburg fueron por las dudas del abad en el milagro guadalupano?
"Nosotros nos conocimos en Roma, en el seminario y fuimos muy amigos".
Corripio dijo desconocer si existen pugnas entre el arzobispo primado de México, Norberto Rivera, y el abad Guillermo Schulenburg, porque "tendríamos que preguntárselo a ellos".
El acto de la Iglesia se realizó en un contexto de amplio lujo. Particulares y clérigos alquilaron todo el piso cuarenta y dos del Hotel Presidente Intercontinental, incluida la suite presidencial. En este dispendio el gobernador panista, Francisco Barrio Terrazas, se atrevió a declarar que no tenía nada por opinar respecto a Chiapas, porque esa entidad "está muy lejos de mi realidad".
CRONICA
Mañana se va el abad Schulenburg
Excelsior.Disclosures from Commission Studying Historicity of Guadalupe Event
ROME, DEC 19 (ZENIT)
Due to statements by Fr. William Schulenburg, former Abbot of the Basilica of Guadalupe, denying the historicity of Juan Diego, the Indian who saw Our Lady of Guadalupe, the Vatican has sponsored a detailed study, the results of which are now avilable. Fr. Schulenburg stated that the canonization of Juan Diego would be ridiculous as there is no proof of his existence.
This statement, made on various occasions by the former Abbot, has been made for ages by other personalities. On April 18, 1794, Spanish academic Juan Bautista Muñoz, maintained for the first time that the Guadalupe event lacked historical basis. If such claims are true, they would mean that on May 6, 1990, John Paul II beatified a ghost, created by excitable Mexican religiosity, not to mention the fact that the Guadalupe apparitions themselves would lose all credibility.
Professor Fr. Fidel Gonzalez Fernandez, who teaches Church History at the Pontifical Urban and Gregorian Universities, and is recognized as one of the leading experts in the field, was named president of the Vatican Commission, which engaged some 30 researchers of various nationalities. The Commission made a decisive contribution not only to justify Juan Diego’s historicity, but also to shed new light on Mexico’s history. Fr. Gonzalez discussed the results of this work during an extraordinary congress held in the Vatican Congregation for the Causes of Saints on October 28, 1998, obtaining positive success in resolving the doubts presented by the historical dimension.
Perhaps one of the most original works of Fr. Gonzalez, who was assisted in his research by other members of the Commission, such as Eduardo Chavez Sanchez and Jose Luis Guerrero Rosado (Cf. "The Meeting of the Virgin of Guadalupe and Juan Diego," Editorial Porrua, Mexico, 1999, pp. 564) is the presentation of 27 Guadalupe Indian documents and testimonies and 8 of mixed Spanish-Indian origin. Outstanding among them is "El Nican Mopohua" and the so-called "Escalada" Manuscript.
"El Nican Mopohua," written by Indian Antonio Valeriano, is a singular testimony of the process of transculturation of Christianity in New Spain. However, the question regarding the historicity of its content and the degree of literary embellishment or cultural background, continues to be vehemently debated. Each word of the 218 verses of "Nican Mopohua" has meaning within the Nahuas philosophy and mythology as well as in Christian philosophy. Being a literary text, it has no historical value; however, it offers the testimony of the Indian cosmovision of the time, something far more important for that culture than a dated chronicle would have been.
Moreover, its author—an Indian of the pure Tecpaneca race—was a witness, as he lived between 1520 and 1606. Historians assert that he was a nephew of emperor Montezuma. In 1533, at 13 years of age, which testifies to the impressive work carried out by the missionaries, this Indian already began studies at the Holy Cross School of Tlatelolco, founded by Bishop Juan de Zumarraga. He was, therefore, one of the first Indians to speak Latin and governor of Azcapotzalco for 35 years. He was 11 years old in 1531, the year of the apparitions, and 28 in 1548, when Juan Diego died.
The "Escalada" Manuscript, signed by Indian Antonio Valeriano and Spanish Friar Bernardino de Sahagun, which has been recently discovered, is a direct testimony of Juan Diego’s historicity, as it has a type "death certificate" of the Indian.
Given that historical documents related to the 20 years that followed the Guadalupe apparitions have not been found to date, those who are opposed say that this documentary "silence" is proof that they did not exist. What is forgotten, however, is that many Indian sources were destroyed, as two indisputable authorities of earliest times—Friar Bernardino de Sahagun and Geronimo de Mendieta declare. Moreover, one must not ignore other historical facts like the fire of the Mexico City Archives in 1692 and the so-called "paper crisis" that overwhelmed New Spain for a long time and made necessary—as normal procedure, the recycling of used paper, including of documents in archives, for new purposes either in business or writing.
Unanswered Questions
Opponents of the apparitions, however, cannot explain with historical elements some decisive aspects of Mexican history without keeping in mind the miracle of Guadalupe. As, for example, the time when after a dramatic conquest and three painful divisions and clashes in the heart of the Nahuatl political realm, a hermitage was built immediately, dedicated to the Virgin Mary under the title Guadalupe on the hill of Tepeyac, a significant location of the Indian world.
Nor do they explain how Guadalupe became a sign of a new religious history and a crossroads between two worlds which, until that moment, were in dramatic opposition.
The historicity of the Blessed has been so well established that Fr. Fidel Gonzalez, the president of the Commission established by the Roman Congregation for the Causes of Saints, is studying Juan Diego’s social origins. It is not known whether he was a noble or "poor" Indian. This confusion is caused by the Spanish translations of "Nican Mopohua."
There are many other historical proofs of Juan Diego’s existence as, for example, the oral tradition, decisive source in studying Mexican peoples, whose culture is primarily oral. This tradition, in such cases tends to follow well established rules and, in the case of Guadalupe, it always confirms the historical and spiritual figure of Juan Diego
BASILICA: TEOLOGIA Y ADMINISTRACION
El conflicto que enfrenta el abad de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Schulenburg, con la jerarquía eclesiástica, tiene dos vertientes claramente diferenciadas: por un lado, el escepticismo del funcionario religioso ante la existencia histórica de Juan Diego y los milagros guadalupanos, es una cuestión de fe, un tema teológico que, si bien toca un núcleo especialmente sensible del culto mayoritario en el país, debe ser resuelto por las instancias católicas correspondientes, en México y en Roma.El otro aspecto del problema es mucho más terrenal: se refiere al desempeño del religioso como administrador del templo católico más importante del país.
Es razonable suponer que en ambos terrenos esté dirimiéndose, además, una pugna por posiciones de poder dentro de la estructura de la Iglesia católica, pero el proverbial hermetismo en el que se resuelven estas pugnas hace por demás improbable que la opinión pública llegue a enterarse de la composición de los bandos, sus posturas, propósitos y motivaciones.
Al margen de los asuntos internos de la Iglesia, la disputa por la Basílica, y especialmente las acusaciones del sacerdote Antonio Roqueñí Ornelas sobre presuntos malos manejos por parte de Schulenburg, debiera dar pie a un ejercicio de transparencia contable y financiera ;jamás realizado hasta ahora; de la Iglesia católica.
Es evidente que la Basílica de Guadalupe, al igual que el resto de los templos, católicos y de otras religiones, no pueden ser sino propiedad de la nación. Pero, a diferencia de lo que ocurre con la administración de otros bienes nacionales, los sitios religiosos son administrados sin que las cuentas respectivas sean públicamente conocidas.
El nuevo estatuto nacional de las iglesias, formulado durante el gobierno anterior, dejó lagunas legales y ambigedades en estos puntos. Ello no debe ser obstáculo, sin embargo, para que se avance en la transparencia administrativa por parte de todos los credos.
Ello no implicaría de ningún modo una actitud escéptica hacia las religiones y sus ministros, sino que sería una mera consecuencia lógica de la evolución social que ha vivido el país y que ha generado actitudes cívicas y participativas a las cuales el ámbito religioso no puede permanecer ajeno.
La Jornada 7 de septiembre de 1996
DIMITIÓ SCHULENBURG
Guillermo Schulenburg, abad de la Basílica de Guadalupe, anunció ayer que abandonará el cargo el 31 de octubre próximo, convirtiéndose en el último hombre que ocupará ese puesto desde 1751. Responsable durante 33 años del principal santuario mariano de América, encargado de la construcción del nuevo recinto guadalupano y centro de la polémica en torno a la existencia histórica del indio Juan Diego, Schulenburg se retirará --dijo-- a escribir sus memorias.
A la par del anuncio, el arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, informó a través de un comunicado de prensa, que el 25 de julio pasado aceptó formalmente la renuncia de Guillermo Schulenburg Prado a su cargo vitalicio y le ofreció ocupar la abadía emérita de la Basílica de Guadalupe.
"Y le pedí por favor diera a conocer esta renuncia y su aceptación, al venerable cabildo de Guadalupe y a todo el pueblo de Dios, hoy viernes 6 de septiembre. La Santa Sede ha sido informada oportunamente de todo el procedimiento y ha mostrado su beneplácito'', señala el mensaje del arzobispo.
De tal forma, Norberto Rivera asumirá a finales de octubre la administración del santuario y del cabildo. Y mientras se designa al nuevo rector --porque desde ahora desaparece la figura del abad-- las actividades de acción pastoral en el recinto guadalupano recaerán en un equipo sacerdotal encabezado por el obispo auxiliar de México, Francisco María Aguilera.
Cabe resaltar que ese grupo de religiosos, nombrado por el arzobispo primado de México, ya trabajaba desde hace dos semanas en la abadía apoyando a Guillermo Schulenburg.
Un cambio anunciado
El cambio de funciones ya estaba previsto desde hace 13 años, cuando en 1983 el Vaticano publicó la tercera edición del Código de Derecho Canónico, donde desaparece la figura del abad para sustituirla por la de rector o capellán, por lo que el nuevo encargado de la Basílica de Guadalupe trabajará rodeado de un equipo sacerdotal que será elegido por el cabildo guadalupano.
Mientras tanto el rector, que antes era nombrado directamente por el Papa, ahora será designado directamente por el arzobispo Norberto Rivera Carrera, con autorización del cabildo.
El secretario adjunto de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Jesús Navarrete Ruiz, explicó que la elaboración de los estatutos para designar al rector y reorganizar las funciones administrativas en la Basílica de Guadalupe tardarán cerca de un año.
Dichos ordenamientos fijarán periodos de gestión para cada uno de los rectores que sean escogidos por el arzobispo primado de México, establecerán un perfil humano acorde con las exigencias pastorales del santuario mariano y enunciarán los lineamientos para la operación del grupo de asesores que trabajará al lado del nuevo capellán de la Basílica.
Una vez elaborados los estatutos tocará a la CEM, y en último término al papa Juan Pablo II, revisar su contenido y en su caso aprobarlos para que se proceda a nombrar al primer rector en la historia del recinto mariano.
Nadie pidió mi renuncia; fue decisión espontánea, dice el abad
Al dar a conocer su renuncia, leída en la homilía de las nueve de la mañana en la Basílica de Guadalupe, Schulenburg Prado aclaró que su decisión ``espontánea'' obedece a que cumplió 80 años.
El abad dijo a sus feligreses que ya transmitió los motivos de su retiro al papa Juan Pablo II, y que éste los aceptó.
Más tarde, en su oficina, dio su versión a los reporteros:
--¿Tuvo que ver su renuncia con las polémicas en torno a su persona?
--Nada, nada.
--¿A qué se refiere con una renuncia espontánea?
--Es espontánea porque ha dependido totalmente de mí. Nadie me ha pedido mi renuncia al cargo.
"Yo creo conveniente que a estas alturas de mi vida pueda dedicar una parte de mi actividad a algo muy personal, como por ejemplo a escribir mis memorias de todo lo que he vivido en este santuario... No somos eternos en ninguno de los cargos, no tiene sentido''.
--¿A qué se va a dedicar ahora?
--En una carta que me dirige el arzobispo primado de México, me pide que siga colaborando en cosas muy importantes y de mucha trascendencia; vamos a ver si tengo tiempo, disponibilidad, y lo haré con gusto.
--¿Deja finanzas sanas?
--Sí... --cortó y dio por terminada la reunión con los reporteros.
La polémica por Juan Diego
La renuncia del abad Guillermo Schulenburg resulta una culminación del escándalo suscitado por sus declaraciones que ponían en duda el milagro de la aparición de la Virgen de Guadalupe en el Cerrro del Tepeyac y la existencia histórica del indio Juan Diego.
También, su salida de la abadía de la Basílica de Guadalupe surgió por las notables diferencias que tuvo con el arzobispo primado de México.
Trascurrieron tres meses desde que las declaraciones de Schulenburg Prado aparecidas en la revista italiana 30 Giorni, fueron conocidas en el Vaticano por el papa Juan Pablo II y la cúpula eclesiástica de México.
Desde entonces, el abad guadalupano fue llamado por el arzobispo Norberto Rivera Carrera para platicar sobre el futuro del manejo de la Basílica de Guadalupe y de su renuncia al cargo que ostentará hasta el día 31 de octubre próximo.
Varias voces pedían su retiro
La polémica en torno a las opiniones de Schulenburg se da luego de que varias voces de la Iglesia católica insistieron en su retiro, ya que en mayo el abad cumpliría los 80 años, y el reformado Código de Derecho Canónico fijó los 75 años como límite de edad para ejercer cualquier función eclesiástica, pero no toma en cuenta la figura del abad.
Schulenburg siempre argumentó que su nombramiento fue concedido por el papa Juan XXIII como vitalicio y ocurrió 20 años antes de que se reformara el ordenamiento de la Iglesia católica. (Claudia Herrera Beltrán y Roberto Garduño)
La renuncia del abad de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Schulenburg, fue considerada por la jerarquía eclesiástica como "algo necesario y urgente'' que viene a poner fin a una situación de polémica que hacía indispensable su remoción.
Reunidos en la capital jalisciense para participar en el Primer Congreso de Ex Alumnos del Seminario de Guadalajara, el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, los arzobispos Carlos Quintero Arce y los obispos José Guadalupe Martín Rábago, Jacinto Guerrero, Felipe Aguirre, Ramón Godínez Flores y Javier Navarro, señalaron, aunque con diversos matices: "El tiempo del abad se había agotado, debía renunciar''.
Cabe destacar que ninguno de ellos se mostró sorprendido por la noticia, ni expresaron argumentos en favor del trabajo de Schulenburg, quien estuvo al frente de la Basílica durante 33 años. Incluso, a pregunta expresa sobre si había algo qué agradecerle al abad, el arzobispo y cardenal anfitrión, Juan Sandoval Iñiguez, respondió: " Eso pregúnteselo al pueblo, a ver qué dice ''.
En tanto, el presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe y miembro del Consejo de Presidencia del Episcopado, José Guadalupe Martín Rábago, señaló que con esta renuncia termina un periodo que, por lo menos en los últimos tiempos, fue "muy difícil''.
Hubo polémica y la figura de Schulenburg quedó muy contrastada y a veces discutida. "Creo que en ese sentido, sea culpable o no del todo a causa de lo que había pasado, se le complicaba el ejercicio de su cargo. Y, en ese sentido, el arzobispo (Norberto Rivera) tendrá ahora libertad para designar a otra persona en ese santuario, que es el más importante de México.
Por su parte, Sandoval advirtió: "Todo el que maneja dinero ajeno debe rendir cuentas y ese dinero es de la Iglesia, es del pueblo de Dios. El (Schulenburg) es el encargado, no es el dueño''.
A este respecto, Martín Rábago dijo que todo lo que sirva para que se tenga claridad en el manejo de los fondos (de la Iglesia) será bienvenido.
Recordó que dentro de la legislación eclesiástica hay una norma jurídica por la cual a los 75 años de edad las personas que ejercen responsabilidades deben presentar su renuncia. "Diríamos más bien que al abad se le pasaron cinco años. Entonces, llegó el momento en que cronológicamente debía hacerlo''.
Además, adujo que su presencia en ese santuario "hacía pensable, yo diría hasta conveniente, la remoción para que hubiera otra persona que con más neutralidad, con más capacidad de acercamiento, pudiera continuar su trabajo al frente de la Basílica''.
El abad se quedó solo
Aun cuando en el pasado Schulenburg fue respaldado por el nuncio apostólico, Girolamo Prigione, en su proyecto de convertir a la Basílica de Guadalupe en una diócesis independiente, en la actualidad el abad se encuentra aislado y sin el apoyo episcopal.
La llegada de Norberto Rivera Carrera a la Arquidiócesis de México, la más grande y populosa del mundo católico, contó desde el principio con el apoyo y amistad de su antecesor, el cardenal Ernesto Corripio Ahumada.
Esto marcó el inicio de la caída definitiva del abad. Según el vicepresidente del Centro de Estudios de las Religiones en México, Bernardo Barranco, "la renuncia fortalece al joven arzobispo, que cuenta con el apoyo del Vaticano y de los obispos de su generación''.
El especialista consideró que la renuncia se prolongó innecesariamente debido al "aferramiento'' del abad, lo cual se tornó en una lucha "sórdida y subterránea'' entre Rivera Carrera y Schulenburg.
El origen de la renuncia
Las dudas que expresara Guillermo Schulenburg --en mayo pasado-- en torno al milagro guadalupano reavivaron el encono al interior de la jerarquía católica por el manejo de los recursos y la administración del principal santuario mariano. Y también trastocaron la influencia religiosa que en millones de peregrinos tiene la imagen de la Virgen de Guadalupe.
Schulenburg se echó a cuestas la lápida de su carrera eclesiástica cuando declaró a la revista italiana 30 Giorni, que la existencia de Juan Diego era "un símbolo y no una realidad'', y encendió los ánimos de la cúpula religiosa cuando aseguró que la imagen de la Virgen de Guadalupe era "producto de una mano indígena y no de un milagro''.
El arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, quien de antemano criticó el manejo administrativo de la Basílica de Guadalupe, ofreció días después de que se desatara el escándalo una homilía en el recinto mariano, donde aseguró que el pueblo de México se había ``inquietado'' por la versión del abad:
"Gracias, porque estos acontecimientos han desenmascarado a aquéllos que quisieran vernos divididos, sin fe y sin esperanza, sin símbolos patrios y en camino de absorción por otras culturas y otros poderes''.
A esa línea siguió una declaración de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) reivindicando a Juan Diego como figura inseparable del milagro guadalupano. Con dureza, el documento --firmado por el presidente de la CEM, Sergio Obeso, Norberto Rivera y otros cuatro obispos-- lanzó un llamado a no permitir que "las falsedades o dudas nos dividan o debiliten nuestra fe en la Virgen de Guadalupe''.
Pero, desde antes, importantes sectores de la dirigencia episcopal cuestionaban el manejo de los recursos que obtenía la Basílica de Guadalupe. Guillermo Schulenburg argumentaba no tener posibilidad de manejar con libertad el dinero que ingresa al recinto religioso.
Mario Angel Ramos, vicerrector del Seminario Conciliar de México, reconocía entonces que efectivamente existían diferencias entre el arzobispo Rivera Carrera y el abad Schulenburg en torno a la organización y administración del santuario.
El religioso aseguraba que el 70 por ciento de los ingresos de la Basílica se destinan a "los gastos tremendos de mantenimiento y pago de nóminas'' para aproximadamente 150 trabajadores.
Otras erogaciones, añadía Ramos, se destinaban al sostenimiento de la Casa del Peregrino, dos casas sacerdotales, una escuela de infantes, dos asilos y diversas obras de caridad
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En 1929, Alfonso Marcué, quien era el fotógrafo oficial de la antigua Basílica de Guadalupe en la ciudad de México, descubrió lo que parecía una clara imagen de un hombre con barba reflejada en el ojo derecho de la Virgen. Al principio no podía dar crédito a lo que estaba viendo: cómo podía ser?, Un hombre con barba dentro de los ojos de la Virgen de Guadalupe?. Pero luego de varias inspecciones de sus fotografías en blanco y negro de la imagen ya no tuvo mas dudas y decidió que era tiempo de informar a las autoridades de la Basílica. Así lo hizo, y le fué indicado por estas que se guardara completo silencio sobre el descubrimiento, lo que Marcué cumplió al pie de la letra.
Mas de 20 años después, el 29 de mayo de 1951, el dibujante mexicano José Carlos Salinas Chávez, luego de examinar una buena fotografía de la cara de la imagen, redescubre la imagen de lo que parece ser un busto humano reflejado en el ojo derecho de la Virgen, y luego también en el ojo izquierdo.
El primero fue el prestigioso médico oftalmólogo mexicano Dr. Javier Torroella Bueno, el 27 de marzo de 1956. En lo que constituye el primer reporte emitido por un médico sobre los ojos de la imagen, él certifica la presencia del triple reflejo (Efecto de Samson-Purkinje) característico de todo ojo humano normal vivo y afirma que las imágenes resultantes se ubican exactamente donde deberían estar según el citado efecto, y también que la distorsión de las imágenes concuerda perfectamente con la curvatura de la córnea.
Ese mismo año otro oftalmólogo, el Dr. Rafael Torrija Lavoignet, examinó los ojos de la imagen ya con mas detenimiento y con la utilización de un oftalmoscopio. El Dr. Lavoignet reporta la aparente figura humana en las córneas de ambos ojos, con la ubicación y distorsión propias de un ojo humano normal, notando además una inexplicable apariencia "viva" de los ojos al ser examinados.
Varias otras inspecciones de los ojos han sido realizadas por médicos oftalmólogos luego de éstas iniciales. Con mayores o menores detalles todas concuerdan en general con las dos primeras aquí expuestas.
Luego de procesar las imágenes de los ojos por diversos métodos para eliminar "ruidos" y destacar detalles el Dr. Tonsmann realizó lo que serían incríbles descubrimientos: no solamente era claramente visible en ambos ojos el "busto humano", sino también por lo menos otras cuatro figuras humanas eran también visibles en ambos ojos.
El Dr. Aste Tonsmann publicó sus últimos estudios efectuados sobre los ojos en la tilma con completos detalles y fotografías. Quizás uno de los aspectos mas fascinantes de su trabajo es su opinión de que Nuestra Señora no solo nos dejara su imagen impresa como prueba de su aparición sino también ciertos mensajes que permanecieron escondidos en sus ojos para ser revelados cuando la tecnología permitiese descubrirlos y en el tiempo en que fueran mas necesarios.
Relativos a la historicidad de Juan Diego, y la virgen de Guadalupe.
Y estudios elaborados en la tilma de Juan Diego.
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