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QUIENES PARTICIPARON EL #1DMX2012 #1DMXNOSEOLVIDA PARTE 1 Y 2

¿Quiénes protestaron el 1Dmx y por qué? (primera parte)

MArchas
Durante las manifestaciones fueron anulados bajo el calificativo de “anarquistas” y  sus motivaciones ignoradas.  A un año de que cientos de personas, en su mayoría jóvenes, se lanzaran a las calles a marchar contra el gobierno de Enrique Peña Nieto y la criminalización de la protesta social, Animal Político rescata en este especial de cuatro entregas, quiénes son y porqué marchan estos grupos; sus reivindicaciones y sus argumentos contra el estigma de “vándalos”.
Integrantes del Frente Oriente en una protesta el pasado 20 de abril. //Foto: Cuartoscuro.
Foto: Cuartoscuro.Integrantes del Frente Oriente en una protesta el pasado 20 de abril.
Frente Oriente: la APPO capitalina
Luis y Carlos son dos integrantes del Frente Oriente, una organización que nació de #Yosoy132, se independizó de ella y buscó tejer redes con trabajadores y vecinos del oriente de la ciudad.
Luis, 41 años, actor y acróbata de zancos. Carlos, de 28 años, poeta y conductor de radio por internet, ex alumno de Ciencias Políticas de la UNAM. Ambos fueron detenidos en la marcha del 10 de junio, acusados por ataques a la paz pública, ultrajes a la autoridad y daños a propiedad del GDF y SSP y liberados al pagar fianza. Ambos continúan su proceso.
Frente Oriente es una agrupación quedesde sus orígenes ha sido confundida o calificada como “anarquista”, aunque sus integrantes se definen como comunistas con perspectiva proletaria. De ahí el que escogieran como su lema: “proletario y combatiente”.
El Frente nació de #Yosoy132 y  tuvo un origen convulso. Por mera geografía ideológica estudiantes de la FES Aragón, Zaragoza, de la UAM y UACM campus Iztapalapa, entre otras escuelas, se aglutinaron en un grupo que, entonces sin nombre, planteaba las posturas más radicales al interior del movimiento estudiantil. Si unos se decían apartidistas, ellos claramente se manifestaban anti Peña Nieto; si ellos hacían pintas durante sus marchas, unos salían al día siguiente a borrarlas; si los otros pedían “democratización de los medios”, ellos pujaban por un cambio radical de la política mexicana.
Las tensiones eran constantes en las asambleas, las acusaciones de “tibios” y “radicales” iban y venían. Poco a poco el grupo se fue independizando de #Yosoy132 al considerar que necesitaban acciones radicales contra lo que consideraban la imposición presidencial, hasta que se plantearon dos caminos: seguir con el movimiento estudiantil o vincularse con la organización popular. Y escogieron la segunda.
“Siempre habíamos salido a marchar, porque nos parece que es un derecho manifestar nuestro descontento. Después de la ruptura con #Yosoy132 comenzamos a marchar reivindicando a nuestro contingente de Frente Oriente. Así salimos el 1 de diciembre”, habla Luis.
Entonces, todavía eran jóvenes en su mayoría. El momento definitivo de su formación como organización popular fue durante el plantón en Santa Martha Acatitla para exigir la liberación de los detenidos del llamado 1DMx. Aquellos días,  recuerda Luis, los vecinos se acercaban a apoyarlos con comida o cobijas y en las charlas de madrugada surgió la idea de hacer asambleas entre los vecinos.
Hoy el Frente Oriente se considera una organización popular –ya no estudiantil- con base en Iztapalapa. Se organizan a través de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oriente para revisar, canalizar y exigir solución a problemas como el agua, luz, predios e inseguridad.
Luis reconoce que la organización es aún incipiente y afirma que el trabajo de los jóvenes es acompañar los procesos de asambleas, no hacer gestión ante las autoridades.
“Queremos que la gente experimente formas distintas de organización, son formas alternativas de poder, y que aprendan que ellos mismos pueden ir haciendo su gestión. A pesar de que estos movimientos no son de masas, se han movilizado los colonos. Si antes su lucha era meter un papel y esperar toda su vida, ahora meten el mismo papel pero marchan, hacen consignas”.
Confundidos con anarquistas por los medios y el gobierno capitalino, los de Frente Oriente lo niegan: el anarquismo tiene una perspectiva autogestora, libertaria con la que coinciden, pero no con el rechazo a la existencia de cualquier Estado o poder.
“Creemos que para llegar a una sociedad sin clases necesitamos una etapa transitoria. Creemos que el poder debe emanar del pueblo organizado. El anarquismo cree que el Estado es el origen de todos los males, nosotros creemos que el origen es la acumulación capitalista, una clase social que tiene a su servicio la burguesía”, toma Luis la palabra.
La confusión, dice, no es porque reivindiquen la violencia como los anarquistas, sino porque en todas las marchas los cobijan en su contingente. Si los maestros de la CNTE o los del #Yosoy132 les gritan “váyanse infiltrados”, los del Frente les permite entrar y terminan con ellos en la acción directa.
Así, han quedado en medio de los enfrentamientos y han tenido que defenderse de las detenciones. Hoy siete de sus integrantes están bajo proceso judicial.
Mientras el Estado no cambie la violencia física e institucional las movilizaciones seguirán a pesar de la represión, no cesaremos, mucho menos ahora que nos hemos articulado con los maestros, que tenemos apoyo”, dice Carlos.
Sobre el futuro inmediato tranzan algunos rumbos. Luis dice que Frente Oriente es un grupo radical, pero, aclara, lo es en el sentido de creer que el único cambio posible es el de raíz. Carlos considera que el gobierno ha rechazado cualquier tipo de protesta y si los manifestantes deciden bajar el nivel de resistencia, la autoridad no hará lo mismo con la violencia, reivindica la resistencia de quienes salen a la calle como una forma de defensa, que el Estado busca desactivar.
“El problema no es ir a confrontarse a madrazos con ellos, es que el gobierno no quiere ningún tipo de manifestación, quiere que el pueblo permanezca embrutecido. Creemos que no puede ser un pequeño grupo el que sustituya la violencia de las masas. Frente Oriente hace el llamado a luchar en la forma que lo dice el pueblo”, dice Carlos.
Acampada Revolución: A celebrar la batalla…
Miembros de la Acampada Revolución en una conferencia de prensa en septiembre de 2012. //Foto: Cuartoscuro.
Foto: Cuartoscuro.Miembros de la Acampada Revolución en una conferencia de prensa en septiembre de 2012.
A y B son integrantes de Acampada Revolución, un colectivo que surgió como parte del movimiento estudiantil #YoSoy132 y luego como una organización independiente que reúne a universitarios y grupos vecinales de la capital del país.
Durante seis meses, el grupo acampó en el Monumento a la Revolución, de ahí su nombre, hasta el 1 de diciembre de 2012, cuando abandonó el lugar después de las confrontaciones entre manifestantes y policías durante la toma de protesta de Enrique Peña Nieto, pero no dejó de operar. Desde entonces, la Acampada Revolución es uno de los colectivos más activos en las movilizaciones callejeras, por lo que han sido tachados como “anarquistas” por los medios y autoridades.
Ambos jóvenes cuentan con formación profesional y aclaran, no son anarquistas: A se define como comunista, de madre panista y padre comunista; B., inició su participación política con los “indignados mexicanos” que emulaban a otros grupos de protesta en el  mundo. Los une, subraya A, la “conciencia de clase” que los hizo marchar contra la “imposición de Peña Nieto” y, después, contra la política represiva que a partir del 1 de diciembre de 2012 ha habido hacia los manifestantes.
A y B narran, por separado, su experiencia personal como activistas y analizan el contexto de violencia en el que desarrolla la protesta pública desde el inicio del sexenio, con la condición de guardar su identidad, ya que contra uno se sigue proceso penal por los disturbios callejeros de hace un año y otro, afirma, es vigilado por la policía, lo mismo en la calle, que fuera de su casa.
“Para entender la escalada violenta que han sufrido los movimientos sociales en el último año –explica A– debe entenderse que hay un antes y un después del 1 de diciembre de 2012.Antes la movilización social, particularmente el Movimiento #YoSoy132, del cual fui parte, evidenció la inconformidad del pueblo no sólo con el proceso electoral antidemocrático, sino con todo el sistema que le dio sustento a dicha elección; pero el 1 de diciembre, el gobierno priista, del que Miguel Ángel Mancera es parte, puso en marcha una estrategia de aniquilación de esa inconformidad social, y el mensaje fue claro: primero se dio la represión policiaca en mancuerna (con participación de agentes federales y locales), luego vino la publicación del protocolo que legalizó la represión (el Protocolo para el Uso de la Fuerza Pública en el DF), y después en cadena todas las demás acciones represivas, la del 10 de junio, la del 1 de septiembre, la del 13 de septiembre y la del 2 de octubre…”
Ambos reivindican su participación en las acciones de “confrontación directa” con las autoridades a lo largo de este año, acciones calificadas por como vandálicas; sin embargo, destaca B, “no es vandalismo lo que hacemos, es defendernos de las agresiones”. 
Y es que, abunda A, en todos los casos “la violencia siempre ha empezado del lado de la policía, entonces la confrontación directa no es ni la mejor ni la peor forma de lucha, es la forma de lucha a la que nos orillan con esta nueva estrategia de criminalización y represión de la protesta.”
–¿Qué opinión tienes de la imagen de vándalos formada sobre ustedes? –se pregunta a B.
–Nosotros no queremos justificarnos, queremos que la gente entienda su realidad (…) No justificamos pedradas y petardos a cada rato, pero sí nuestra defensa.
En su balance de este año, B no es optimista. El gobierno los ha criminalizado y dispersado a través de represión y detenciones, pero ha perdido legitimidad en su actuar. Ellos, en cambio, se han desgastado al interior del movimientos y ante la sociedad. “No creo que algún bando vaya ganando –señala–. Es como en el ajedrez, ellos llevan ventaja, pero estamos en un punto medio, ambos estamos midiendo fuerzas y confrontándolas”.
–Y, hacia el futuro, ¿cuáles son tus perspectivas? ¿La confrontación aumentará o disminuirá? –se cuestiona a A.
–Nosotros vemos que la cosa se va a poner cada vez peor y esperamos nuevos actos de represión. Contra los jóvenes hay una abierta política de criminalización, y contra los grupos organizados, contra el nuestro en particular, hay una represión selectiva, no sólo me siguen a mí, sino a otros miembros de la asamblea. No vemos que la violencia del Estado disminuya, todo lo contrario. Y, obviamente, esa violencia generará más violencia, porque hay muchos que ya estamos hasta la madre…
Es con esa frustración, mezclada con “convicción de lucha”, que este 1 de diciembre, distintos grupos civiles, universitarios y juveniles están convocando ya a marchar el próximo 1 de diciembre, para conmemorar el primer aniversario de la “La Batalla de San Lázaro”.
“No queremos presos ni heridos –dice B–, queremos una marcha festiva, pacífica, para celebrar que el 1 de diciembre le ganamos al gobierno, porque no se trató sólo de aventar piedras, sino de la articulación de distintos movimientos. Nosotros queremos una marcha pacífica, pero todo dependerá de lo que haga el gobierno. Quizá haya más violencia. No le llamamos escalada de violencia de nuestra parte, sino escalada de la reacción de la defensa, de la resistencia organizada y preparada. Nosotros marcharemos para presumir que les ganamos, quizá ellos busquen su revancha…”.
Anarquistas: buscar la paz, aunque roce la violencia
Grupos de anarquistas en la pasada marcha del 2 de octubre. // Foto: Animal Político
Foto: Animal PolíticoGrupos de anarquistas en la pasada marcha del 2 de octubre.
La primera vez que Spyke escuchó hablar sobre el anarquismo fue de boca de su maestra de historia. Tenía entonces 15 años y durante la clase de la revolución francesa ella mencionó a este grupo que abogaba por la caída del Estado, del poder o de la autoridad.
Quizá fue ese mismo día o algunos después que comenzó a leer a los clásicos como Bakunin, Kropotkin y le hizo click preguntarse ¿porqué la división en clases sociales o etnias? Si el trabajador es el que produce ¿por qué vive en la miseria?  Así decidió reivindicarse como anarquista. Quizá no fue tanto la realidad del país, como lo que Spyke vivía al interior de su casa, lo que lo empujó.
“Sentía necesidad de liberación. Más que nada dentro de mi familia porque por un lado me apoyan en ciertas cosas, pero en otras no. Sentía mi libertad un poco limitada”.
Hoy, a sus 21 años, es anarco vegano. Reivindica el ideal libertario para todos los seres vivos de la tierra, por eso no consume ni usa productos de origen animal o probados en animales y está afiliado al Frente de Liberación Animal.
Antes, mucho antes de ir a las marchas contra Peña Nieto, contra la reforma educativa, contra la impunidad del 2 de octubre, Spyke protestaba afuera de los circos con fotografías gigantes de elefantes lacerados por las cadenas o tigres esqueléticos por el hambre; marchaba hasta la embajada española con el rostro pintado como de demonio y una lanza afilada en la mano a punto de enterrarla a un compañero que, a gatas, simulaba ser un toro.
Hace un par de meses Spykefue despedido de una fábrica del Estado de México donde maquilaba  playeras y disfraces.
Influido por sus lecturas propuso hacer una “huelga activa” –reducir la velocidad de producción como forma de sabotaje- contra el patrón por no pagar horas extras, no darles prestaciones. Lo despidieron. Ahora planea estudiar literatura o vender comida vegana en la calle –sus perforaciones y su look rebelde le dificultan encontrar trabajo-.
Spyke ha participado en las marchas del 1 de mayo, 1 de septiembre y 2 de octubre, sabe armar bombas molotov, pero dice que no ha arrojado una a los policías porque no la ha tenido en las manos durante las protestas, sólo piedras y palos.
“Sólo he lanzado pedradas, pero es justo lanzarles petardos y bombas molotov por el simple hecho de que los granaderos vienen armados con armas antidisturbios que en sí son letales, como las escopetas que lanzan balas de goma o gas lacrimógeno. He llegado a golpear a policías pero creo que nunca he herido a un policía de gravedad”.
Ha recibido golpes, disparos con balas de goma o madera. No ha sido detenido.
Spyke reconoce que el anarquismo no es violento de origen y que sus objetivos son lograr la liberación de los individuos y un mundo de paz.

-¿Y ustedes están lejos de ser el ideal anarquista?
-Si, porque en primer lugar muchos confunden libertad con libertinaje. Libertad no es hacer lo que quieras, lleva una gran responsabilidad y creo que todavía no estamos preparados como para cargar con esa responsabilidad tan grande, pero hay que seguir en la lucha, hacer lo que podamos para ir alcanzando esa libertad. Nos falta mucha unión entre nosotros.
-Si el anarquismo no es violento de origen, ¿por qué no la desobediencia civil pacífica como alternativa de lucha?
-La desobediencia civil pacífica o la acción directa pacífica ya implica violencia por el hecho de trasgredir. Además hemos vivido inmersos en una violencia estructural del Estado, cotidiana, que nos ha condicionado a ser violentos de antemano.
-¿Reivindicas la violencia?
-La reivindico como autodefensa y como violencia revolucionaria porque los anarquistas buscamos un mundo donde haya paz. Pero la paz no se puede conseguir sin justicia, entonces primero tiene que pasar algo para conseguir esa anhelada justicia, aunque sea la violencia.
Esto es lo que los anarquistas, según Spyke, reivindican:
La acción directa contra autoridades, que no agresiones. Marchan en “bloque negro”, una táctica que busca resguardar a los manifestantes, sean o no anarquistas, de los policías. Salen con el rostro cubierto para formar una masa homogénea que significa “todos somos uno, no hay líderes ni límites”.
“Lo que buscamos es abrir paso a la marcha porque los policías lo impiden. Cuando los granaderos inician las agresiones, nos defendemos. Te empiezan a empujar con escudos, toletes, arrojan piedras y al recibir esas agresiones respondemos defendiéndonos para dispersarlos y poder avanzar”.
Las expropiaciones, que no actos vandálicos. Se trata de romper los cristales de algún local o cajero automático, tomar dinero de ahí y repartirlo “entre la gente”; generalmente van contra locales que representan “poder”, los Oxxos manejados por Femsa o contra los cajeros automáticos de Bancomer porque apoya las corridas de toros.  El Frente de Liberación Animal fue señalado por el gobierno capitalino por detonar artefactos explosivos en cajeros automáticos en el año 2009 y 2011 en las delegaciones de Milpa Alta, Iztacalco y Benito Juárez.
“Rechazamos a los chavos que se dicen anarquistas pero no aterrizan bien sus ideas, aun están muy verdes y van a reventar cristales de los Oxxos para robarse cervezas, pomos, cigarros”.
Además de esos chavos violentos, señala a los “infiltrados” oficiales o funcionarios vestidos de civil que buscan provocar a los manifestantes.
Spyke no cree en la manifestación pacífica, para él ésta sólo sirve al Estado que “autoriza” a la gente marchar y espera hasta que se desgasten sin resolver las demandas.
-La manifestación violenta les ha generado el rechazo social.
-Siento impotencia cuando piden que nos detengan, porque la gente está siendo manipulada y es poco solidaria. Entiendo que ya no quieren manifestaciones, pero porque lo que ocurre nos compete a todos. Incluso los del 132 y los maestros nos querían afuera de sus filas, nos decían “infiltrados” y siento que aunque busquen un cambio, siguen muy manipulados, no entienden que los actos violentos tienen una razón de ser.
-¿Qué horizonte ven?
-Puede haber una escalada de violencia, como se ha visto, y se siente miedo porque nadie quiere que le pase nada, pero no podemos dejar la lucha. Yo no defiendo a una nación, espero que la gente entienda por sí misma y se una para que ya no haya más injusticias.
Aquí una recopilación de videos que dan cuenta de los hechos registrados el #1Dmx:

¿Quiénes protestaron el 1Dmx y por qué? (segunda parte)

Durante las manifestaciones fueron anulados bajo el calificativo de “anarquistas” y  sus motivaciones ignoradas.  A un año de que cientos de personas, en su mayoría jóvenes, se lanzaran a las calles a marchar contra el gobierno de Enrique Peña Nieto y la criminalización de la protesta social, Animal Político rescata en este especial de cuatro entregas, quiénes son y porqué marchan estos grupos; sus reivindicaciones y sus argumentos contra el estigma de “vándalos”.
MArchas
Los ciudadanos independientes: marchar por indignación
Gabriela Hernández Arreola fue detenida en la marcha del pasado 10 de junio y posteriormente fue liberada.//Foto: Cuartoscuro.
Foto: Cuartoscuro.Gabriela Hernández Arreola fue detenida en la marcha del pasado 10 de junio y posteriormente fue liberada.
Es Gabriela Hernández, mejor conocida como Luna Flores, quien debería estar contando esta historia, su historia. Pero Luna está presa y no puede hacerlo.
Su historia pública comenzó en octubre del año pasado afuera del Senado de la República. Ese día, entre policías y manifestantes, una mujer se acercó en solitario y, sin avisar, se arrojó al suelo para evitar que una camioneta con funcionarios entrara a las instalaciones. Ya en el suelo pescó la llanta y se aferró a ella no menos de una hora. Llena de aceite y tierra del pavimento, comenzó a llorar. Ante las cámaras relató que no era justa la reforma laboral, que el dinero ya no alcanzaba, que como empleada no tenía seguridad de ningún tipo, que qué futuro se les está dejando a los hijos.
Gabriela, contó aquella vez, trabajaba en una maquila y nunca antes había acudido a marchas. Por eso su familia se sorprendió al ver en televisión a una mujer tirada al suelo, tercamente aferrada al automóvil de un trabajador del Congreso.
“Lo primero que pensé es que me dio mucha pena, mucha vergüenza verla ahí. Después entendí que se sentía desesperada, que no encontraba otra forma de sacar su frustración, su indignación por lo que estaba pasando con el tema laboral. Ella nos decía ‘si así como están las cosas me va mal, ¿cómo me irá ahora?’”, dice su hermana Laura, una fisoterapeuta.
Poco a poco Luna encontró cobijo con los otros manifestantes y decidió renunciar a su trabajo en la maquila y dedicarse a limpiar casas para tener tiempo de acudir a las protestas. Ahí conoció a Jesse Alejandro Montaño, un joven que también llegó por su cuenta a sumarse a las marchas.
Ambos han sido catalogados por el gobierno capitalino como “anarquistas”, según un informe publicado por el diario Reforma, que ellos desmintieron. Se reivindican como “ciudadanos independientes”.
“No pertenecemos a ningún grupo, los respetamos a todos, pero estamos aquí como ciudadanos que quieren protestar por lo que está haciendo el gobierno, primero la imposición de Peña Nieto, luego la reforma laboral, ahora nos quieren impedir hasta manifestarnos y la represión es cada vez mayor. Tenemos que unirnos y actuar si no nos van a asfixiar”, dice Jesse Alejandro.
La historia de Jesse también es particular. Ronda los 30 años y antes de ser figura pública por las marchas fue militar, migrante y policía en el Estado de México. Con los ahorros de su trabajo montó un café internet y fue ahí donde supo de las movilizaciones de #Yosoy132, a las que se sumó.
Jesse Alejandro, al igual que Luna, desconocía las teorías del comunismo, socialismo o anarquismo. Simplemente, dice, le pasó lo que a Luna:  fue la indignación de ver cómo su trabajo diario no le alcanzaba para mantenerse, lo que lo sacó a la calle. Participó en las marchas estudiantiles del 2012, se trepó a la Estela de Luz, hizo huelga de hambre en solitario afuera de Televisa, se decepcionó de la “pacificidad” de #Yosoy132 y continuó sus marchas en solitario, lo mismo protestando contra la reforma laboral, energética o maltrato animal, que en apoyo al SME, a la CNTE y a los detenidos por las manifestaciones durante el último año.
Sobre los señalamientos en contra de su radicalismo, Jesse Alejandro ha dicho:
“No quiero que la gente me escuche como un regaño, quiero que vea mi postura como una reflexión. La gente tiene que reaccionar, pero ¡ya! Porque cuando quieran actuar quizá ya sea demasiado tarde. Hace falta radicalizarse y revolucionarse. Al principio pensaba que la violencia no lleva a nada, pero hace falta un piquete de costillas para que sepan que estamos ahí y no nos vamos a dejar. Me da mucha alegría ver que antes la gente estaba agachada y ahorita veo que quieren darle. Se oye feo, pero no nos dejan otra opción, el gobierno está acorralado”.
Por su radicalismo fue estigmatizado como “líder de los anarquistas”, fue detenido durante en noviembre del 2012 cuando protestaba contra las corridas de toros y liberado; luego durante la marcha del 1 de septiembre fue detenido, preso y ahora sigue bajo fianza su proceso por resistencia a particulares, portación de objetos para agredir y delitos contra la salud. Los policías aseguran que en su mochila encontraron una bolsa de marihuana, él y su abogado han pedido pruebas.
Por las detenciones perdió su café internet y ahora no tiene trabajo.
En ese entonces, cuando estuvo preso, recuerda Jesse Alejandro, Luna hizo brigadeo en las calles y en redes sociales, con otros compañeros, para juntar los más de 100 mil pesos de fianza por su libertad. Ahora es Luna quien está presa, acusada de ultrajes y obstaculizar el ejercicio legítimo de la autoridad durante las protestas del 2 de octubre. Si bien se trata de delitos no graves, no puede salir bajo fianza porque la autoridad judicial la considera de “peligrosidad social”.
Por eso hoy Luna no puede contar su historia y son Laura, su hermana, y Jesse Alejandro quienes la relatan: es la mayor de seis hermanos, uno de los cuales es policía y el otro estudiante de economía; ella estudió hasta la preparatoria y como obrera y trabajadora del hogar sacó adelante ella sola a sus dos hijos.
“No podemos permitir que la autoridad nos esté reprimiendo de esa forma, nosotros queremos manifestarnos contra lo que nos están haciendo y vamos a defender ese derecho. El gobierno está usando la violencia y la cárcel para dividirnos, para desgastarnos y mucha gente no lo quiere entender, no se solidariza, no sale a la calle a defender lo que es de todos. Pero nuestra idea es que poco a poco la gente se dé cuenta de lo que está pasando, de cómo te criminalizan por pelear tus derechos, y que le puede pasar a cualquiera”, dice Jesse Alejandro.
Eso es lo que ha sacado a la calle a gente como Luna y sus ex compañeras de la maquila, a Jesse y a los vecinos de Iztapalapa. Entre más.
#Yosoy132:  antes y después, pacíficos pero invisibles
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“Yo no creo en la violencia –afirma Valeria Hamel– y espero nunca creer en ella. Sin embargo, en este año transcurrido desde la llegada de Peña Nieto a Los Pinos, he aprendido a no criminalizarla: entiendo muy bien el hartazgo de la gente.”
Durante el año pasado, Valeria fue la representante del ITAM en el movimiento estudiantil #YoSoy132, el cual, reconoce, fue desarticulado el 1 de diciembre de 2012 y que hoy sobrevive no ya como una estructura asamblearia, con capacidad de convocatoria masiva, sino como una idea, incluso un grupo de redes que siguen trabajando, pero a nivel de base.
“El 1 de diciembre de 2012, fue muy claro lo ocurrido –afirma la estudiante de Derecho–: Enrique Peña Nieto tomó venganza en contra del movimiento estudiantil, y su mensaje fue ‘ustedes me jodieron durante toda la campaña y el proceso electoral, pues aquí está mi respuesta’. Desde su primer día de gobierno, Peña mandó el mensaje de que no permitirá la disidencia, que en su gobierno no habrá espacio para la actuación política en su contra, ni para gente como nosotros… y el 1 de diciembre fue sólo el preludio de lo que seguiría, porque luego vino la represión del 10 de junio, la del 1 y 13 de septiembre, la del 2 de octubre.”
Con este punto coincide Alfredo Lecuona, ex vocero de la asamblea de #YoSoy132 en la Universidad del Valle de México y actual asesor de la senadora Layda Sansores, del partido Movimiento Ciudadano.
“Sí funcionó la estrategia planteada del gobierno de desarticular y desmovilizar a través de una acción muy contundente del 1 de diciembre de 2012 de estigmatizarnos. Permeó en nosotros, pegó hacia adentro, desmovilizó, no porque hayamos creído que en verdad íbamos a terminar acciones violentas, sino porque desconcentró todos nuestros esfuerzos que antes estaban destinados a la lucha de nuestros seis puntos, al obligarnos a la defensa jurídica de los detenidos y a limpiar nuestra imagen. Terminamos siendo pacíficos pero invisibles”.
Para analizar las causas de la violencia que ha marcado las protestas suscitadas durante este año, ambos jóvenes contrastan con las manifestaciones realizadas por #YoSoy132 durante 2012, cuando “marchábamos hasta tres veces a la semana y no había agresión del gobierno. Si llegaba a haber policías, eran agentes de tránsito, me sentía protegida, caminar por Reforma con una consigna política, los policías nos escuchaban, incluso nos sonreían, pero el 1 de diciembre comenzó la criminalización de la protesta social”, dice Valeria.
Y en ese proceso, destaca, “el principal factor del autoritarismo ha sido Miguel Ángel Mancera a quien no considero como alguien de izquierda, quien ha actuado en favor de otros intereses, sin entender la naturaleza progresista de la Ciudad de México, donde los que hemos crecido aquí lo hicimos conviviendo con las protestas sociales y con la libertad de expresión, pero llega Mancera y le pone un alto a todo eso, ante los aplausos del gobierno federal”.
Desde ese momento, se lamenta, el único rostro que ha exhibido el gobierno capitalino durante las manifestaciones públicas, principalmente las de jóvenes, “es el rostro de los granaderos, imbuido de agresividad y burla”, cobijados en su proceder represivo por el Protocolo de Uso de la Fuerza, emitido por Mancera, así como por la reforma al Código Penal que eleva las sanciones en caso de lesión u homicidio de agentes, durante protestas sociales.
Lecuona coincide.
“Es notorio que cuando no hay policías en las marchas, no hay violencia y eso lo podemos entender perfectamente, sin reivindicar la violencia o la acción directa en las protestas”.
Y esto evidencia, destaca el egresado de Derecho, la intención de los gobiernos federal y capitalino de crear violencia, como estrategia para desmovilizar a la sociedad. Considera que las manifestaciones violentas, como las que pueden reivindicar grupos como Frente Oriente o Acampada Revolución, sólo le sirven al gobierno para legitimar acciones de represión y reformas legales que criminalizan la protesta.
Y es esta diferencia en torno a la verdadera utilidad de las confrontaciones con la policía, insiste Valeria Hamel, la que terminó por fracturar al movimiento #YoSoy132, aquel 1 de diciembre de 2012, porque “si bien ese día hubo gente que, de forma espontánea, actuó de forma violenta, también hubo grupos que actuaron así de forma premeditada. Hubo gente que usó la violencia, sabiendo que muchos no íbamos preparados para ella, sabiendo que iban niños, adultos mayores, y sabiendo también los riesgos de represión que ese proceder generaban, y esos grupos actuaron así, violando un acuerdo previo establecido entre todos los convocantes a esa manifestación, y eso, más que una necedad, fue un acto autoritario de su parte.”
–¿Cuál es tu postura en torno a la confrontación directa: la repruebas?- se le pregunta a Valeria.
–No considero que esa sea una forma de lucha efectiva, aunque respeto a quienes la consideran legítima. Sin embargo, creo que ellos también deben respetar a aquellos que optamos por las formas de lucha pacífica, porque aquellos que deciden actuar violentamente, primero tiran la piedra y luego se esconden atrás de ti… si ellos convocaran a sus protestas, en las que usaran métodos directos de confrontación, está bien, pero no me parece justo que acudan a manifestaciones que son organizadas con un perfil pacífico y que impongan la violencia.

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