Por Alex Islas
Han pasado ya 45 años de aquella fatídica noche de otoño de 1968 y las heridas siguen más abiertas que nunca, empezando porque los autores de aquel absurdo derramamiento de sangre han salido airosos y de hecho morirán sin rendirle cuentas a la justicia, uno de ellos fue el entonces secretario de Gobernación y a la larga presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez, cuyo único castigo por su participación en los hechos del 2 de octubre fue un arresto domiciliario y el sobreseimiento de las acusaciones de delitos de lesa humanidad que llevaba a cuestas.
En 2009, El quinto tribunal colegiado en materia penal del primer circuito determinó que el expresidente Echeverría era inocente del delito de genocidio por lo sucedido la noche del 2 de octubre de 1968, cuando se desempeñaba como secretario de Gobernación, algo que a muchos dejó descontentos porque uno de los responsables directos de la masacre quedó impune (como varios de los más grandes delitos de este país), al final no se hizo justicia para los inocentes (de ambos bandos) que murieron ese día, ni para aquellos que fueron encarcelados injustamente por delitos que no cometieron.
Muchos ubican como responsable directo de la masacre en la Plaza de las Tres Culturas al expresidente Gustavo Díaz Ordaz, esto claro por ser en ese momento la máxima autoridad del país (y más en los tiempos de los monarcas absolutos del priato), pero no hay que dejar de lado la responsabilidad que tuvo el entonces segundo a bordo del Gobierno Federal, la mano derecha del presidente, alguien que en la práctica era algo así como un vicepresidente; Echeverría organizó un grupo paramilitar que operaría en el mitin que culminó en la Plaza de las Tres Culturas, el famoso Batallón Olimpia, que consistía en militares vestidos de civil, pero las cosas no saldrían como estaban planeadas.
Luis González de Alba, uno de los líderes estudiantiles de esa época, que vivió en carne propia ese día y que estuvo tres años preso en lo que alguna vez fue el Palacio Negro de Lecumberri (hoy el Archivo General de la Nación) y por eso mismo una máxima autoridad en el tema, relata la confusión que sucedió ese día, ya que el Ejército no tenía idea de que había soldados vestidos de civil y fue cuando empezó el fuego cruzado que desencadenó en la masacre del 2 de octubre: “La Secretaría de la Defensa no sabía que soldados en ropa civil estarían rodeando el edificio Chihuahua. Y los soldados de civil, el Olimpia, creían que el Ejército regular tenía conocimiento de que ellos iban a disparar, en cuanto detuvieran a los dirigentes, para ahuyentar a la multitud. Por eso hubo heridos de ambas partes” (Nexos, 1 de octubre de 2011).
Además el Gobierno Federal, pero sobretodo Luis Echeverría quien tenía la encomienda directa de conservar la paz en el país y frenar a los enemigos del régimen (reales e imaginarios) creó, como ya mencioné, un grupo paramilitar que se encargaría de mantener a raya a aquellos que le hacían reclamos al gobierno y más si estaba en puerta una justa olímpica que se inauguraría 10 días después de lo sucedido en Tlatelolco (irónicamente al tratar de no manchas las Olimpiadas, se terminó no solo manchando los Juegos sino también a todo un gobierno y a dos hombres, Echeverría y Díaz Ordaz que han cargado con la responsabilidad de lo sucedido), sin olvidar por supuesto la efervescencia de la Guerra Fría y las supuestas células del comunismo en nuestro país, de las cuales los estudiantes eran los principales sospechosos de simpatizar con el comunismo.
Una de las razones por las que Gustavo Díaz Ordaz asumió la responsabilidad por lo ocurrido la noche del 2 de octubre fue para allanarle el camino a su sucesor con el fin de que este no tuviera alguna mancha en su expediente, Raúl Álvarez Garín, uno de los dirigentes del 68 el silencio del gobierno se explica por la necesidad de continuidad que tenía el régimen, continuidad que duró 32 años más, hasta la llegada de un partido distinto al PRI a la Presidencia de la República (se puede decir que la masacre del 2 de octubre fue el principio del fin para el mandato del Revolucionario Institucional que llegó a los 70 años consecutivos en el poder).
Luis Echeverría Álvarez, uno de los hombres más polémicos que han gobernado este país, alguien que le ha tocado vivir con un estigma (bien ganado) como es el 2 de octubre, un hombre que, como muchos en el priato, gobernó con mucha soberbia y mezquindad, fue en pocas palabras el responsable de la actuación torpe e insensible de las fuerzas del orden, pero aun así, es inocente.
REFERENCIAS:
González de Alba, L. (2002) Las Mentiras de mis maestros Cal y Arena.
González de Alba, L. (1 de octubre 2011) Regreso a Tlatelolco Revista Nexos.
Lozano Galarza, H. (1 de octubre 2013) Tlatelolco la razón de la fuerza Newsweek en Español
Fazi, C. (3 de marzo 1998) Investigarán en México la masacre estudiantil de 1998 Diario Clarín.
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